Revolución y Democracia. A propósito del 29m y la lucha anticapitalista

Reproducimos este panfleto publicado por el boletín !Viva la Comuna! numero #2 a días de otro 29 de Marzo, con la memoria afilada ante la contrarrevolución !!

Revolución y Democracia

Apropósito del 29 Marzo y la lucha anticapitalista

«La democracia, dicen, es el gobierno del pueblo. Pero el pueblo no existe, sólo existen las clases»

Anton Pannekoek.

                                                                                                              Parque O’Higgins 1 de Mayo de 1984

El día del joven combatiente conmemora la muerte de los hermanos Vergara Toledo caídos en la Villa Francia en 1985, en el contexto represivo efectuado por la Dictadura Cívico Militar contra la proliferación de las jornadas de protesta popular. A partir de esta fecha, también se conmemora la muerte y la lucha de tantos otros combatientes que desde ese momento, y más allá de la lucha anti dictatorial, se han enfrentado contra la explotación de un sistema que precariza la vida y difunde la miseria para todos y todas.

Para esbozar cualquier análisis sobre esta fecha, creemos necesario describir brevemente su origen histórico  en la lucha de clases.

En aquella época,  a la par del fuerte descontento social, se constituyeron dos frentes políticos: el Movimiento Democrático Popular  (MDP) que contenía lo que se denominaba, hasta ese momento, como la izquierda histórica: el Partido Comunista y Partido Socialista, a los que se sumaba el MIR y el FPMR. Este conglomerado buscaba derrotar a la dictadura por todos los medios posibles, teniendo como objetivo instaurar una “Democracia Popular”, queriendo retomar el camino esbozado por la UP previo al golpe de Estado. Por otro lado, estaba la Alianza Democrática (AD) que contenía a todos los sectores cercanos a la Democracia Cristiana, socialismos renovados y  Partido Radical, apostando a derrotar la dictadura a través de la movilización social, excluyendo eso sí, cualquier forma de violencia. De cualquier manera, apellidos más o apellidos menos, ambos frentes tenían como horizonte el retorno a la democracia.

Desde las primeras jornadas de protestas, ocurridas en 1983, podemos notar como el movimiento social comienza a constituirse en prácticas cada vez más radicalizadas contra la brutalidad imperante del poder. En este escenario,  se distinguen las acciones armadas en contra de la dictadura- como ataques a cuarteles militares y policiales, los sabotajes, voladuras de torres y líneas férreas, ajusticiamientos a miembros de los cuerpos de seguridad, secuestros, recuperaciones de dinero, armas y comida, los copamientos territoriales, las emboscadas y las propagandas armadas-, así como, la  rearticulación de sus vínculos comunitarios a través de la lucha y la organización de las poblaciones, tanto en la coordinación de la auto defensa en barrios, universidades, liceos, juntas vecinales, tomas de terreno, lugares de trabajo y parroquias, como en el brote espontáneo de las ollas comunes para sustentar las necesidades básicas de cada territorio contra la represión militar y económica que impuso la crisis del Capital. Estas actividades de organización territorial y autodefensa en la ciudad se incrementaron e intensificaron notablemente, por lo menos hasta fines de la dictadura. Este contexto fue parte de un antagonismo cada vez más evidente en la sociedad, que fue precipitando al régimen  a entregar el poder, con su punto más álgido en las Jornadas de Protesta Nacional del 2 y 3 de Julio de 1986.

En este contexto, la lucha emprendida por los grupos antidictatoriales como el FPMR, MIR, o MJL contenía una práctica que, en conjunto con otras formas de resistencia proletaria, conforman parte de una oposición histórica al dominio del Capital, siendo experiencias que la memoria de los explotados no debe olvidar, pues tanto sus tácticas como vivencias y errores son parte del recorrido histórico que hemos transitado, y son imprescindibles para comprender nuestra lucha hacia la emancipación total de nuestra clase. Es por ello, que, si bien reconocemos en la experiencia de estos grupos la vigencia de la dignidad y la resistencia ante el despotismo capitalista, creemos que es necesario dilucidar un análisis crítico de la época, puesto que, a pesar de su arrojo, lo que quedó, fue un panorama quizá más desolador que aquellos años de fragor y lucha.

Pese a la implementación de la lucha armada como medio para enfrentar al poder, el contenido nuclear de ésta estuvo impregnada de un carácter democrático y, por tanto, burgués, que posponía el horizonte revolucionario y anticapitalista aún para más adelante. La ilusión que consiste en suponer que la democracia  propicia algún devenir revolucionario[1] ha sido y fue,  la garantía para mantener la paz social y perpetuar el dominio del Capital contra el proletariado, salvaguardando siempre y en última instancia, el funcionamiento de la maquinaria de explotación económica. El programa Social-Demócrata (también conocido como Frente Popular), que busca conquistar el Estado  para reformar las condiciones de producción de los explotados, no modifica en nada la  esencia de éstos, la de ser precisamente productores de su propia desposesión. Dicho de otra forma: no cambia en nada la esencia de los trabajadores, seres subyugados a un salario que les permite sobrevivir, despojados de organizar sus vidas en común, directamente desde el territorio, sin otra mediación que sus propias necesidades y solidaridad.

El programa de grupos como el MIR, FPMR, y MJL constituyó una fiera resistencia proletaria a la masacre implantada por la dictadura, pero su propuesta “popular”, “patriótica” o “rebelde” nunca pasó a ser más que una propuesta para organizar un mercado con explotadores locales antes que europeos o gringos, una “verdadera” democracia ante la “democracia burguesa”, o industrialización de los medios de producción antes que exportación de materias primas. A fin de cuentas, Capitalismo.

La ausencia de una crítica profunda a los cimientos del Capitalismo es la causa de que esta fuerza haya sido solo defensiva y no haya pasado a una ofensiva real contra la sociedad de clases. La tensión alcanzada por aquellos años marcó ribetes históricos, pero no fue capaz de encontrar una coherencia entre sus contenidos que le proporcionará  el ímpetu para profundizar la lucha e ir más allá. Desde el principio, los grupos más radicalizados del proletariado delimitaron su programa definiéndose como  grupos de vanguardia, separándose de lo que denominaban “masa social”, lo cual conllevó -dentro de otros muchos lastres-, una centralización política que estaba verticalmente ligada a la concepción socialdemócrata de las cúpulas políticas del PC y el PS, que, como vimos anteriormente, a pesar de su  apuesta por la lucha armada, siempre concibieron a la democracia como antagónica a la dictadura, lo cual fue aprovechado por la burguesía progresista, que  se benefició de la protesta social y el fragor insurreccional para imponer su programa de reformas y aplastar los residuos de resistencia de los que no aceptaron el pacto con los líderes de la dictadura.

Desde nuestra mirada, la democracia no es ninguna forma de gobierno particular sino la esencia misma del Capital reproduciéndose: la dictadura del valor como ideología generalizada. No existe una contradicción real entre Dictadura y Democracia (lo que no quiere decir que sean lo mismo), sino que son dos momentos del devenir histórico capitalista funcionales a las necesidades de producción y reproducción del Capital en proceso, la única real contradicción, el único antagonismo objetivo, es la lucha de clases que despliega dicho proceso y que se encarna en nuestras vidas. Cuando la democracia ha delimitado las luchas proletarias[2], siempre ha tenido el mismo carácter: sacar a los proletarios de sus propios intereses de clase, llevándolos al terreno burgués de política, o sea, controlar el Estado para impulsar nuevas condiciones de desarrollo del Capital.

El comunismo no puede ser visto como una profundización de la democracia, es más una superación de todas las separaciones producidas por la apropiación privada capitalista, se trata del movimiento que tiende a constituirse en comunidad, aboliendo la dictadura del dinero e imponiendo las necesidades humanas. Mientras los proletarias que se rebelan contra la dictadura del valor sigan creyendo que luchan “por la verdadera democracia”, jamás será posible romper con el viejo orden del mundo, hacia una comunidad humana reconciliada consigo misma y con la naturaleza.

Este 29 de Marzo reivindicamos la vida de todxs aquellxs rebeldes que se enfrentaron al vampiro del Capitalismo, en cualquiera de sus formas, y en cualquiera de sus luchas. ¡Hermanos Vergara Toledo! ¡¡Presente!!

Que nuestra práctica sea histórica, tanto como nuestro pensamiento lo permita. Quien hace revoluciones a medias cava su propia tumba.

 Por la comunización de la vida.

Algunxs pobladores por el Comunismo y la Anarquía.

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Marzo del 2019

[1]  Otros sectores, como la AD, aspiraban lisa y llanamente a la democracia para regresar al estado de “derechos”, en que el orden capitalista debiese transitar “normalmente”

[2] Procesos históricos como el de la Guerra Civil Española 1936 o el Golpe de Estado en Chile en 1973, podrían haber tenido un rumbo diferente de haber tenido en cuenta una crítica radical a la política democrática y partidista, portadores eternos de la representación proletaria, que postergaron siempre las medidas revolucionarias en pos de construir un Estado “socialista”.

Memoria Obrera: Chile, Septiembre 1973 (Revista COMUNISMO No.4 (Junio 1980))

A continuación difundimos íntegramente este texto enfocado en el análisis de la derrota proletaria en Chile, a partir de la carta que escribieran los cordones industriales el 5 de septiembre de 1973. Este texto apareció en la revista Comunismo No 4 en Junio de 1980, 7 años después del Golpe Militar. A mantener viva la memoria y afinar la teoría revolucionaria contra la verborrea socialdemócrata. 

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Marcha Cordones Industriales, Chile 1972.

A continuación la carta que los Cordones Industriales dirigieran a Allende el 5 de setiembre de 1973, solo unos días antes del golpe de Pinochet. Hemos considerado importante publicar este documento, ya histórico porque aún sin pretender haberlo sido, es hoy una denuncia del papel contrarrevolucionario de todas las unidades populares en el mundo entero, de como los Pinochets son imposibles sin una clase obrera que ha sido desorientada, desorganizada y desarmada políticamente por la izquierda democrática. Este documento por otro lado permite denunciar todas las peroratas sobre los “generales traidores” a las que nos tienen habituados los partidos de izquierda, y situar las causas reales de la derrota obrera en Chile, no en los enemigos que es evidente que en conjunto preparaban la desorganización de los obreros total, de dirección, de perspectiva comunista. Publicamos este documento, además, porque a menos de 7 años parecería como si nunca hubiese existido, porque todas las fuerzas democráticas de oposición han hecho todo lo posible por enterrarlo intentado que se borre para siempre de la memoria de nuestra clase, pues mete demasiado el dedo en la llaga. En fin, publicamos este documento, no porque adheramos a su contenido, sino porque resume la tragedia no solo de la clase obrera en Chile, sino de la clase obrera mundial, tragedia que seguirá reproduciéndose mientras que el proletariado no barra con sus armas a los Allende que se esconden con otros nombres en todos los países: “… no solo nos está llevando por el camino que conducirá al fascismo, en un plazo vertiginoso, sino que se nos está privando de los medios para defendernos”.

Pobladores, Santiago Chile

Este documento, lejos de demostrar la fortaleza de nuestra clase, muestra su debilidad más absoluta, su paralización total frente a un Estado burgués que con su careta de izquierda le pedía replegarse mientras golpeaba a todos los que luchaban por los intereses proletarios y preparaba el masazo “final”. Desconocer, no señalar ese conjunto de debilidades no contribuiría en absoluto al forjamiento de una perspectiva revolucionaria. Sin embargo, cuando criticamos las ilusiones y debilidades, estamos poniendo en evidencia nuestras propias debilidades, las debilidades de nuestra clase, condición imprescindible para superarlas. Nada más ajeno a nosotros, por lo tanto, el despreciar el esfuerzo clasista por romper con las ilusiones allendistas, pero nada sería más irresponsable que publicar este documento como emanante de la clase obrera, sin subrayar hasta que punto las ideas burguesas dominantes entre los obreros -incluso de esa vanguardia de los cordones industriales- se mostraron más fuertes que su instinto de clase y los llevaban, apenas pataleando, al matadero.

El 5 de setiembre (en realidad desde mucho antes) no había duda alguna entre los obreros que iban al matadero, que la represión que había tocado ya a sectores importantes, se generalizaría a toda organización obrera: socialismo “estaba transando (SIC) para llegar a un gobierno de centro, reformista, democrático-burgués que tendía a desmovilizar a las masas…” a situación en la que existía “la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo”, “a un régimen fascista del corte más implacable y criminal”. Sin embargo a ese presidente que se le dice por anticipado que “será responsable de llevar al país, no a una guerra civil que ya está en pleno desarrollo, sino que a la masacre fría, planificada de la clase obrera…” se lo trata ni más ni menos que de COMPAÑERO Salvador Allende. Esto resume la tragedia de la clase obrera chilena, a todos los que la habían arriado, atado de pies y manos, desde los Partidos, los Sindicatos, el Estado para introducirla totalmente indefensa en el corral de donde no sale vivo, se le pide decisión contra los que darán el masazo final. Es como pedirle a los que te llevaron ante el pelotón de fusilamiento, que tomen medidas contra los que apretarán el gatillo. el documento señala con claridad que de la desconfianza con respecto a todas esas fuerzas, se pasa a comprender que ese “reformismo” es el camino más rápido al “fascismo”, pero a esas fuerzas se las siguen considerando obreras. “Los trabajadores sentimos honda frustración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus Partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de mando de avanzar “Ahora los trabajadores no solamente tenemos desconfianza, estamos alarmados” “Estamos absolutamente convencidos de que históricamente el reformismo que se busca a través del diálogo con los que nos han traicionado una y otra vez, es el camino más rápido hacia el fascismo”. Es decir sigue considerando a todos esos reformistas (El reformismo es necesariamente burgués) como “los partidos proletarios”, a los partidos de la UP al Gobierno, a los sindicatos, como los partidos de los trabajadores, al Presidente como el de los trabajadores. A ese organismo, la Central Única de Trabajadores, cuya principal función había sido la de contener las luchas obreras de acuerdo a las necesidades de valorización del capital, llamar a trabajar más cobrando menos por los intereses de la patria chilena (el cobre chileno!) y que llegó a integrar el Gabinete cívico militar del brazo con los generales del ejército chileno que ejecutaría la masacre, se la sigue considerando como “el organismo máximo” de la clase trabajadora.

El panorama era profundamente trágico, incluso aquellos cuya única referencia sobre Chile sean los comentarios de la gran prensa, comprenderán leyendo este texto hasta que punto lo que pasó después fue el desenlace inevitable de la desorientación total de la clase obrera para forjarse su propia vía. Una clase obrera que reconocía que “lo que faltó fue decisión, decisión revolucionaria…, lo que faltó fue una vanguardia decidida y hegemónica” y a falta de ella se le pedía al Presidente que la guiara. Una clase obrera que tenía desconfianza total en todas las fuerzas populistas de la burguesía, pero que con tantas otras veces la historia, no logró construir su propia fuerza. Una clase obrera que en lo más profundo de su tragedia, de una tragedia que no es chilena sino mundial, no tiene un programa propio (o mejor dicho desconoce totalmente su programa) y exige el cumplimiento de lo que denomina un “programa mínimo”: ni más, ni menos que el programa burgués de la Unidad Popular.

En Chile, podemos decir que lo que hubo no fue solo una matanza sistemática preparada por el trillado camino de la “experiencia pacífica de construcción del socialismo”, sino que se realizó integralmente la teoría del apoyo crítico, del frente único, del gobierno obrero, del control obrero… hasta sus últimas consecuencias: la destrucción de toda organización obrera. En efecto independientemente de la importancia relativamente débil que la presencia efectiva del trotskismo tuvo en Chile, independientemente de la ruptura formal entre el MIR y la Cuarta internacional, fue evidentemente una ideología muy hermanada con el trotskismo internacional la que constituyó la barrera de fuerza, que pudo contener a aquellos proletarios que querían escaparse del corral de donde no pudieron salir. SI, en los Cordones industriales, lo del camino pacífico al socialismo no lo creía nadie (exceptuando evidentemente los agentes del Estado burgués infiltrados en las filas obreras), en cambio en lo que se seguía creyendo era en que había que apoyar críticamente a ese “gobierno obrero” para unos, “popular” para otros. Cuanto más el proletariado intentaba desesperadamente escapar al control que sobre él ejercía el Estado burgués, -como tantas otras veces en la historia- más radicalizaba su discurso el centrismo, más se desarrollaron las izquierdas dentro de cada partido de la burguesía, más convergían hacia “el apoyo crítico”, “el control obrero”, etc. Con todas sus variantes y combinaciones hacia ello convergieron fortificándose izquierdas socialistas, cristianas, del MAPU, etc: alineándose en una radicalización con todo tipo de matices que antes había sido propiedad exclusiva del MIR. La lectura del documento no deja ninguna duda de que esa ideología radical de la burguesía, fue una fuerza decisiva para impedir del proletariado al Estado burgués.

Para que los lectores que no han vivido la “experiencia chilena: y que solo hayan escuchado las versiones para la posteridad construidas por la burguesía chilena (socialdemócrata, “comunista”, Trotskista, maoísta, mirista, del Mapu, etc) y repercutida por sus pares en todo el mundo: puedan comprender lo mejor posible el documento que presentamos y porqué se llega al absurdo de “exigirle” al vértice del Estado burgués que tome las medidas necesarias para “transformar las actuales instituciones del Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder”, es necesario señalar algunos antecedentes, En setiembre del 73 no cabe duda que la suerte de la clase obrera estaba decidida, que su debilidad era imponente, que lo que vino después fue solo su ejecución. Sin embargo no siempre fue así y hubo momentos decisivos en que la represión de izquierda y de derecha, de todo el Estado burgués no eran suficiente: la clase obrera chilena intentaba construirse su propia vía. Fue en esos momentos cruciales, que el centrismo con su clásica política contrarrevolucionaria del “apoyo crítico” patrocinada por el MIR, el guerrillerismo en general (decisivos fueron por ejemplo los consejos y discursos de Fidel Castro en Chile o de Cuba hacia Chile), pasaron realmente a primer plano, a constituir la última barrera (pero de fierro) del corral mortal.

Cada vez que la realidad no podía esconderse más y emergían socialmente como inevitables perspectivas o el terrorismo burgués o la destrucción del Estado burgués y la dictadura del proletariado, que suponía evidentemente liquidar por la fuerza en primer lugar el Gobierno de Allende y el Ejército burgués, lo ideólogos del apoyo crítico aparecían en primer plano proponiendo una tercera vía: organización y armamento del proletariado, no para enfrentarse a toda la burguesía y su Estado, sino para exigirle al Gobierno que cumpla su programa “socialista” (SIC) para ejercer el control obrero sobre la producción y la distribución pues así se van logrando “cuotas significativas de poder” (SIC) y para defenderse de los ataques de la burguesía (que para estos señores es sinónimo de derecha) que intenta impedir que se cumpla ese programa. Es precisamente la ideología de esta supuesta tercera vía (pues en realidad conduce inevitablemente a la mantención de la dictadura de la burguesía y el terror blanco) la fuerza que paralizó los intentos más decididos de la vanguardia obrera en Chile. Los intentos más violentos en este sentido durante el allendismo se concentran en 1972 y especialmente a partir del 11 de octubre del 1972, cuando los cordones industriales se desarrollan en respuesta a la catastrófica situación a la que la clase obrera es sometida por el capital en crisis, la represión Estatal y agravado en esa fecha por la huelga de comerciantes, transportistas y profesionales impulsada por la “derecha” (1).

Efectivamente durante 1972 las luchas obreras se agudizan frente a una burguesía que por un lado le pedía trabajar más por la patria chilena y las transformaciones “socialistas” y por el otro le cortaba sus medios de vida. Como en toda otra circunstancia de crisis del capitalismo, la derecha y la izquierda se oponen en cuanto a sus intereses fraccionales, pero se complementan en imponer un aumento de la tasa de explotación: trabajar más y comer menos. Como en toda circunstancia similar las luchas obreras contra la burguesía y la represión del Estado burgués se acentúan. El Estado Chileno, con Frei a la cabeza, con Allende o luego con Pinochet siguió (como no puede ser nunca de otra manera sea “fascista” o “socialista” el presidente) esa línea de acción inherente a su propia esencia. El Estado burgués al ponerse la careta “comunista”, “socialista”, “allendista”, etc. había intentado solucionar la profunda crisis que la economía nacional chilena atravesaba, utilizando como mejores métodos de aumento de la tasa de explotación las nacionalizaciones y el verbalismo socialista. Pero como es evidente no podía dejar de reprimir toda la lucha obrera contra la explotación y desde el principio del ”gobierno de los trabajadores” as luchas de los sin casa, de los mineros, …fueron reprimidas, los partidos del gobierno y Allende si bien denunciaban cada lucha obrera como una provocación, y a los obreros que exigían que se les pagara más se los condenaba como la “aristocracia obrera” (ejemplo a los mineros del cobre): intentaban deslindar responsabilidades frente a cada uno de los hechos represivos: “ellos no podían controlar a los cuerpos represivos no eran responsables de los excesos de los Carabineros y de Investigaciones”. Es decir la historia de siempre, el presidente no sabía, el ministro del interior tampoco, el P.C. no estaba implicado, el PS desconocía que en Investigaciones se aplicaban torturas, etc.

La agudización de la lucha de clase, la represión Estatal y paraestatal del año 1972 dificultan enormemente la operación ocultamiento de la realidad. Comienza a quedar al descubierto que los torturadores, los asesinos de obreros, son además de los de Patria y Libertad, del Partido Nacional de PROTECO (Protección a la Comunidad), de Democracia Cristiana, etc. los Partidos del Gobierno. En cada acción de los Carabineros y de Investigaciones contra grupos de obreros son identificados dirigentes de la Unidad Popular, del Partido “Comunista” y del Partido “Socialista”. Allende sigue llamando a trabajar más a “definir, producir y avanzar”: mientras en Investigaciones sus colaboradores, dirigentes como Carlos Toro o Eduardo Paredes (2) proseguían sus interrogatorios de obreros encapuchados en base a “la corriente”, golpes, submarino,… (muy poco después Pinochet ampliaría esas instalaciones). Ese mismo cuerpo del Estado junto con los Carabineros durante todo el año incrementará sus operativos antiobreros entre los que se destaca el del ataque a los campamentos de los sin casa de Lo Hermida (concentración de 8 campamentos proletarios). Unas 45 mil personas (5 campamentos) son atacadas en plena noche por tanquetas de carabineros, micros de Grupo Móvil, patrulleras, camionetas, etc. que avanzan alumbrándose con luces de bengala. El ruido de las ráfagas de metralleta, y del estallido de las bombas lacrimógenas tiradas dentro de las casas se mezclaban con los llamados de los autoparlantes a sostener el Gobierno de Allende. Los resultados no los podía tapar nadie (un obrero muerto, niños con lesiones provocadas por los gases, centenas de interrogatorios en investigaciones) Las declaraciones de los pobladores incluidos los allendistas eran terminantes: “En el año 70 llegamos a estos terrenos… jamás íbamos a pensar que lo que no tuvimos con Frei y Alessandri lo íbamos a tener con el compañero Allende” “Lo que aquí ha ocurrido es una masacre. Los muertos son compañeros pobladores. Los heridos y ultrajados son hombres, mujeres y niños de nuestros campamentos, lo que la fuerza policial ha cometido en Lo Hermida es un asesinato contra el pueblo” “Nosotros hoy con dolor, con pena con rabia decimos que este gobierno se ha manchado las manos con sangre, pero con sangre de los mismos que fueron y marcaron la cruz en el voto para darle el triunfo al gobierno de la UP. Ahora no vamos a salir más a apoyar el reformismo. Vamos a salir a jugarnos, a mostrar que los pobladores sacrificados, vejados, muertos, acribillados, tenemos otro temperamento y otra determinación”. Aparentemente nadie podría evitar las consecuencias, nadie salvo los apoyadores críticos, la última barrera de contención contrarrevolucionaria.

Punto Final centraliza la campaña, denuncia los hechos, culpa al reformismo lo denuncia como lo que es: contrarrevolucionario (3), es decir parte de las necesidades y posiciones obreras elementales. Pero cuando se tienen que extraer las conclusiones, se opone férreamente a la única salida proletaria (enfrentar a toda la contrarrevolución sea fascista o reformista) se encuentra siempre la tercera vía: “Este gobierno tiene dos caminos: estar con el pueblo o ser su asesino”. Es decir se presenta al vértice del Estado burgués como neutro y sus personeros como capaces de pasar del lado obrero “Porque la meta estratégica de los trabajadores no termina con este gobierno que, eso si, puede alcanzar el mérito honorable si se lo propone, de abreviar la lucha histórica de la clase trabajadora chilena” (4) El problema para esa fuerza trotskisante que se expresaba en Punto Final se reducía entonces a “castigar a los culpables” y a defender el régimen: “… el intercambio de visitas entre La Moneda y Lo Hermida abrió una nueva perspectiva al problema. La suspensión en sus cargos del Director y Subdirector de Investigaciones, contribuyó también a mostrar una apertura del Presidente Allende (SIC) al diálogo con los pobladores, que exigían sanciones para los responsables (SIC)” (5). Y los miristas e izquierdistas varios, sacaban la cara abiertamente por Allende: “Conocemos a Allende y si bien discrepamos en muchos de sus puntos de vista por no decir de casi todos, hay cuestiones fundamentales que le reconocemos. En primer lugar consecuencia entre lo que piensa, dice y hace. Luego, coraje personal. Además una trayectoria política incompatible con la represión al pueblo (SIC). Por lo tanto creemos que Allende seguramente (SIC) fue el primer sorprendido (SIC) y quizás el más fuertemente golpeado (SIC) por la salvaje represión descargada sobre ese campamento de pobladores (evidentemente no más que los pobladores: NDR). La prensa derechista (SIC) ha tratado de endosarle la responsabilidad por lo sucedido en un intento de asimilar su gobierno a anteriores regímenes represivos antipopulares (SIC)” (6).

Al leer la carta de los cordones industriales el lector no debe perder de vista estos acontecimientos y este tipo de toma de posiciones.

La situación que fue imponiendo la burguesía era tal que todo ataque obrero al vértice del Estado burgués, era considerado de “derecha” y que le hacía el juego al imperialismo. Evidentemente que siempre la burguesía ataca a los revolucionarios de esta manera, lo que fue impresionante fue el nivel de imposición de este mito en toda la sociedad chilena: en ello iba contenida la derrota del proletariado.

Como dijimos en octubre la situación de la clase obrera resultaba intolerable, los desabastecimientos (impuestos por la “derecha”) de los artículos indispensables de subsistencia era imponente. Nunca había vivido una situación tan calamitosa en donde trabajara más (gracias a la “izquierda”) por tan poco. por ello no es gracias al progresismo del gobierno popular (como dice la historia oficial y paraoficial) que hubo tanta lucha obrera, sino porque a la vez la situación era insoportable y que ni la “derecha” ni la “izquierda” habían logrado aún su desorganización total para pegarle el masazo “final”. Por todos lados se desarrollaron organismos de base con centralizaciones territoriales, asociaciones de obreros en lucha, comandos de campamentos, juntas vecinales, centros de madres, organismo que reúne artesanos, organismos estudiantiles, etc. que conformaron los Consejos de Trabajadores, que asumieron diferentes denominaciones: Consejos Coordinadores Comunales, Comandos Comunales de Trabajadores, Cordones Industriales (7). El proletariado sólo pretendía una cosa: liquidar a los culpables de la situación insostenible y tomar las riendas de la situación. Evidentemente que la cuestión del PODER estaba planteada en todos lados. Era un momento crucial. El Gobierno considerando trágica la situación responde formando el Gabinete Cívico Militar al que se refiere el documento que publicamos. El MIR (8) y las fuerzas que de hecho lo secundaban se afirmaron en el primer plano, fomentaron e impulsaron todos esos organismos y los consejos coordinadores, las consignas de que había que armarse prendían más que nunca, sostuvieron que era el momento de derrotar el “poder burgués”, es decir, se pusieron objetivamente a la cabeza del proceso, pero como siempre para contenerlo en el apoyo crítico. Otra vez se tomaban un conjunto de necesidades y posiciones obreras para dirigir al proletariado al callejón sin salida del apoyo crítico a sus enemigos más disimulados, para llevarlo más hábilmente a la defensa del Estado burgués. Punto Final titula el 7 de noviembre del 72 en enormes caracteres “A derrotar el poder burgués AHORA” Lo que podía parecer una consigna insurreccional si no se supiese que por “poder burgués” esas fuerzas con el MIR a la cabeza, entienden cualquier cosa menos el “Estado Burgués”. Más que nunca se sostendrá que el Gobierno quisiese ir hacia el socialismo y que la burguesía no lo deja, que el Ejército no se ha aún definido, que deberá escoger “El gobierno del Presidente Allende tiene el compromiso con el Pueblo (SIC) de llevar adelante un programa que significa, textualmente, iniciar la construcción del socialismo (SIC), en nuestra patria (SIC). Ese objetivo es precisamente, el que la burguesía (SIC) trata de impedir que se cumpla” (9). Comentando la entrada de los Generales a los Ministros Punto Final dice: “Las FFAA al margen de sus deseos de mantener una neutralidad que no corresponde a las características del proceso chileno (SIC), se verán obligadas a escoger. Su participación en el gobierno de la UP da a oficiales (SIC) y soldados la oportunidad de sumarse a la histórica misión de los trabajadores… Las FFAA tienen un papel verdaderamente patriótico (SIC) y democrático (SIC) que jugar junto al pueblo (SIC) apoyando a los trabajadores en su lucha contra la explotación de la burguesía (SIC)… Solamente los hechos podrán confirmar (SIC) o descartar esta posibilidad. Solo el bando que escojan en la lucha de clases (SIC) dará la pauta que del significado que tiene el ingreso de las FFAA en la escena política” (10) Es decir ahora no solo el Gobierno había dejado de ser parte del Estado burgués, sino que ahora hasta el Ejército no había que destruirlo pues podía elegir y servir a los trabajadores (!) Es toda esa corriente trotskisante apoyadora “crítica” que partirá de necesidades obreras, utilizará un lenguaje hasta “insurreccional”, para defender mejor a la contrarrevolución la que se impondrá en los cordones industriales liquidando toda iniciativa clasista, toda posibilidad de un pasaje a la ofensiva obrera. Esa corriente política internacional consecuente hasta la médula con la contrarrevolución dirigirá los cordones, no hacia el ataque del Estado Burgués, sino hacia la autogestión: “En cuanto tales organismos asumen tareas concretas -en orden al abastecimiento de alimentos, transporte, salud, producción y eventual defensa frente al fascismo, toman en sus manos una cuota significativa de poder”. (11) Mentira reaccionaria que en España había sido decisiva”: jamás los trabajadores podrán dirigir la sociedad ni tener “cuotas de poder”, mentira de la contrarrevolución pero que se impondrá y llevará a los trabajadores a la situación de desorientación y masacre del 73 y años sucesivos. “Control obrero” que sacará a la burguesía de una situación dificilísima y le permitirá minuciosamente preparar la masacre.

Podríamos decir que en general en el capitalismo la burguesía cuida y vigila sus empresas y el proletariado prepara su guerra. En Chile en la medida que esta ideología se fue imponiendo y “las parcelas del poder se iban conquistando: la cosa fue al revés: mientras los obreros estaban bien entretenidos, la burguesía realizaba su guerra y preparaba la masacre. La guerra la ganó así, en 1972 y principios del 73, utilizando más la dispersión que las balas, a finales del 73 solo le quedaba realizar la masacre. En ella como siempre cayeron también muchos defensores del Estado Chileno y del Allendismo en particular. Ello no es una excepción, sino que siempre que la represión antiobrera se generaliza se toca también a fracciones del capital. A éstos que siguen siendo nuestros enemigos aunque hoy estén en la oposición más importante que llorarlos preparar la fuerza de clase para vengarlos. La mejor forma de ser consecuentes con ellos es luchando contra el capital en todo el mundo, ir gestando la dirección comunista que tanto faltó en Chile, como sigue faltando en el mundo entero. De la historia de nuestra clase tenemos aún muchísimo que aprender y ello será necesario para vencer.

Notas

(1) Evidentemente que esta huelga en la que la “derecha” movilizó para sus fines a pequeños burgueses y también a masas obreras (que no tenían ninguna razón para estar conformes con la izquierda) tiene como objetivo declarado la lucha contra la “izquierda” en el Gobierno. Un análisis de las luchas entre las fracciones de la burguesía debería hacer hincapié en estos factores. Nosotros nos interesamos aquí solo en lo que fueron los efectos principales en la clase obrera, porque estamos considerando fundamentalmente (lo que es fundamental y por ello más encubierto) la contradicción burguesía/proletariado.

(2) Tal vez sea bueno recordar que este tipo de “socialistas” amigo de Allende y que murió fiel al allendismo en la Moneda, era de los dirigentes encargados de repartirles armas a los trabajadores si venía el “golpe fascista”. Ironía o tragedia (?)

(3) El primer número del 15 de agosto de 72 se dice: “El culpable directo de este grave hecho es el reformismo, cuyo papel negativo llega al extremo de utilizar para sus propios fines un aparato represivo que durante largos años se ha cebado en la carne del pueblo…” Y el mismo texto se dice: “… nos referimos al factor contrarrevolucionario que significa el reformismo”

(4) Idem.

(5) Idem.

(6) Idem.

(7) Algunos surgieron con anterioridad y fueron casi clandestinos. Su reproducción y afirmación social se dan en estas circunstancias

(8) El MIR había lanzado ya antes la consigna de “consejos comunales de los tabajadores”

(9) Punto FInal 7/11/72.

(10) Idem

(11) Idem

ANEXO: CARTA DE LOS CORDONES INDUSTRIALES AL COMPAÑERO SALADOR ALLENDE

Santiago, 5 de septiembre de 1973.

A SU EXCELENCIA EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, COMPAÑERO SALVADOR ALLENDE:

Ha llegado el momento en que la clase obrera organizada en la coordinadora provincial de cordones industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Unico de Trabajadores en Conflicto, ha considerado de urgencia dirigirse a Ud. alarmados por el desencadenamiento de una serie de acontecimientos que creemos nos llevarán no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte mas implacable y criminal.

Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el socialismo se estaba transando para llegar a un gobierno de centro reformista, democrático burgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico por instinto de conservación.

Pero ahora analizando los últimos acontecimientos nuestro temor ya no es ese; ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo.

Por eso, procedemos a enumerarle las medidas que, corno representantes de la clase trabajadora, consideramos, imprescindible tomar.

En primer término, compañero, exigimos que se cumpla con el Programa de la Unidad Popular. Nosotros en 1970, no votamos por un hombre, votamos por un programa.

Curiosamente, el capitulo primero del programa de la Unidad Popular se titula “El Poder Popular”. Citamos página 14 del programa: …”las transformaciones revolucionarias que el país necesita sólo podrán realizarse se si el pueblo chileno toma en sus manos el poder y lo ejerce real y efectivamente”…

…”Las fuerzas populares y revolucionarias no se han unido para luchar por la simple sustitución de un presidente de la República por otro, no para reemplazar un partido por otro en el gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige, sobre la base del traspaso del poder de los antiguos grupos dominantes a los trabajadores al campesinado y sectores progresistas de las capas medias”… ”transformar las actuales instituciones del estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder”… ”El gobierno popular asentará esencialmente sus fuerzas y autoridad en el apoyo que le brinda el pueblo organizado”…

Página 15…” A través de una movilización de masas se construirá desde las bases la nueva estructura de poder”… Se habla de un programa de una nueva constitución política, de una Cámara única, de la Asamblea del Pueblo, de un Tribunal Supremo con miembros designados por la asamblea del pueblo. En el programa se indica que se rechazará el empleo de la fuerza armada para oprimir al pueblo”… (página 24).

Compañero Allende, si no le indicáramos que estas frases son citas del Programa de la U.P. que era un programa mínimo para la clase, en estos momentos se nos diría que este es el lenguaje ”ultra” de los cordones industriales.

Pero nosotros preguntamos ¿dónde está el nuevo estado, la nueva constitución política, la Cámara única, la asamblea popular, los tribunales Supremos?

Han pasado tres años, compañero Allende, y Ud. no se ha apoyado en las masas y ahora nosotros, los trabajadores, tenemos desconfianza.

Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus Partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez orden de replegarse en vez de la voz de mando de avanzar. Nosotros exigimos que no sólo se nos informe sino que también se nos consulte sobre las instrucciones que al fin y al cabo son definitorias para nuestro destino.

Sabemos que en la historia de las revoluciones, han habido momentos para replegarse y momentos para avanzar; pero sabemos, tenemos la certeza absoluta que en lo último, años podríamos haber ganado no sólo batallas parciales sino la lucha total; haber tomado en esas ocasiones medidas que hicieran irrevocable el proceso después del triunfo de la elección de regidores de 1971 el pueblo clamaba por el plesbicito y la disolución de un Congreso antagónico.

En Octubre, cuando fue la voluntad y organización de la clase obrera la que mantuvo el país caminando frente al paro patronal, donde nacieron los Cordones Industriales en el calor de esa lucha; y se mantuvo la producción, el abastecimiento, el transporte, gracias al sacrificio de los trabajadores y se pudo dar el golpe mortal a la burguesía, Ud. no nos tuvo confianza. A pesar de que nadie puede negar la tremenda potencialidad revolucionaria demostrada por el proletariado, le dio una salida que fue una bofetada a la clase obrera, instaurando un Gabinete cívico – militar, con el agravante de incluir en él a dos dirigentes de la Central única de Trabajadores que al aceptar integrar estos ministerios hicieron perder confianza de la clase trabajadora en su organismo máximo. Organismo, que cualquiera que fuera el carácter del gobierno, debía mantenerse al margen para defender cual quiera debilidad de éste frente a los problemas de los trabajadores.

A pesar del reflujo y desmovilización que esto produjo, de la inflación, las colas y las mil dificultades que los hombres y mujeres del proletariado vivían a diario, en las elecciones de Marzo, de 1973 mostraron una vez más una claridad y conciencia al darle 43% de votos militantes a los candidatos de la UP.

Allí también compañero, se deberían haber tomado las medidas que el pueblo merecía y exigía para protegerlo del desastre que ahora presentimos.

Y ya el 29 de Junio cuando los generales y oficiales sediciosos, aliados al Partido Nacional, Frei y Patria y libertad se pusieron francamente en una posición de ilegalidad, se podría haber descabezado los sediciosos, y apoyándose en el pueblo y dándole responsabilidad a los generales leales y a las fuerzas que entonces le obedecían haber llevado el proceso hacia el triunfo, haber pasado a la ofensiva. Lo que faltó entonces, en todas estas ocasiones, fue decisión revolucionaria; lo que faltó fue confianza en las masas, lo que faltó fue conocimiento de su organización y fuerza, lo que faltó fue una vanguardia decidida y hegemónica.

Ahora los trabajadores no solamente tenemos desconfianza estamos alarmados.

La derecha ha montado un aparato terrorista tan poderoso y bien organizado, que no cabe duda que está financiado y dirigido por la CIA, matan obreros hacen volar oleoductos, micros, ferrocarriles. Hacen apagones en dos o tres provincias, atentan contra nuestras sedes, contra nuestros locales partidarios, y sindicales.

¿Se los castiga o apresa? – ¡No compañero! Se castiga y apresa a los dirigentes de izquierda.

Los Pablos Rodriguez, los Benjamines Mattes confiesan abiertamente participado en el ”tanquetazo”. ¿Se les allana y humilla7 – ¡No compañero. Se allana Lanera Austral de Magallanes, donde se asesina a un obrero y se tiene a los trabajadores de boca en la nieve durante horas y horas

Los transportistas paralizan el país dejando hogares, humildes sin parafina, sin alimentos, sin medicamentos.

¿Se les veja, se les reprime? – ¡No, compañero!.

Se veja a los obreros de Cobre Cerrillos, de Indugas de Cemento Melon, de Cervecerias Unidas.

Frei, Jarpa y sus comparsas financiadas por a ITT llaman abiertamente a la sedición. ¿Se les desafuera, se les querella? – No, compañero.

Se querella, se pide el desafuero de Palestro, de Altamirano, de Garretón, de los que defienden los derechos de la clase obrera.

El 29 de Junio se levantan generales y oficiales contra el gobierno, ametrallando horas y horas el Palacio de la Moneda, produciendo 22 muertos. ¿Se les Fusila, se les tortura? – ¡No compañero!

Se tortura en forma inhumana a los marinos y suboficiales, que defienden la constitución, la voluntad del pueblo y a Ud. compañero Presidente.

Patria y Libertad incita al golpe. ¿Se les apresa? ¿Se les castiga? – ¡No, compañero.

Siguen dando conferencias de prensa, se les da salvoconductos para que conspiren en el extranjero. Y mientras se allana SUMAR, donde mueren obreros y pobladores a los campesinos de Cautín se les somete a los castigos más implacables paseándolos, colgando de los pies en helicópteros sobre le cabeza de sus familias, hasta darles muerte.

Se le ataca a Ud. compañero. A nuestros dirigentes y a los trabajadores en su conjunto en la forma más insolente y libertina por los medios de comunicación millonarios de la derecha. ¿Se les destruye, se les silencia? – No compañero. Se silencia y se destruye a los medios de comunicación de izquierda el Canal 9 de TV, última posibilidad de voz de los trabajadores.

Y el 4 de Septiembre, el tercer aniversario los trabajadores, mientras el pueblo 1.400.000 salíamos a saludarlo, a mostrar nuestra decisión y conciencia revolucionaria, la FACH allanaba MADEMSA, MADECO, RITTIG, en una de las provocaciones más insolentes e inaceptables sin que exista respuesta visible alguna.

Por todo lo planteado, compañero, nosotros los trabajadores, estamos de acuerdo con un punto con el señor Frei, que aquí hay sólo dos alternativas: la dictadura del proletariado o la dictadura militar.

Claro que el señor Frei también es ingenuo, porque cree que tal dictadura militar será sólo de transición para llevarlo a postre a él a la presidencia.

Estamos absolutamente convencidos de que históricamente el reformismo que se busca a través del diálogo con los que nos han traicionado una y otra vez, es el camino más rápido hacia el fascismo þ Y los trabajadores ya sabemos lo que es el fascismo. Hasta hace poco era sólo una palabra que no todos los compañeros comprendían, teníamos que recurrir a lejanos o cercanos ejemplos Brasil, España, Uruguay, etc.

Pero ya lo hemos vivido en carne propia, en los allanamientos, en lo que esta sucediendo a marinos y suboficiales, en lo que están sufriendo los compañeros de ASMAR, FAMAE, los campesinos de Cautín.

Ya sabemos que el fascismo significa terminar con todas las conquistas logradas por la clase obrera, las organizaciones obreras los sindicatos, el derecho a huelga, los pliegos de peticiones.

Al trabajador que reclame sus mas mínimos derechos, humanos se les despide, se les aprisiona, tortura o a asesina.

Consideramos que no sólo se nos está llevando por el camino que nos conducirá al fascismo en un plazo vertiginoso sino que se nos ha estado privando de los medios para defendernos.

Por lo tanto, le exigimos a Ud. compañero Presidente, que se ponga a la cabeza de este verdadero ejército sin armas, pero poderoso a conciencia y decisión, que los partidos proletarios, pongan de lado sus divergencias y se conviertan en verdadera vanguardia de esta masa organizada pero sin dirección.

Exigimos:

Frente al paro de los transportistas, la requisición inmediata de los camiones, sin devolución, por los organismos de masas, y la creación de una empresa estatal de trasportes, para que nunca más esté en las manos de estos bandidos la posibilidad de paralizar al país.

Frente al paro criminal del Colegio Médico exigimos que se les aplique la ley de seguridad interior del estado, para que nunca más esté en las manos de estos mercenarios de la salud la vida de nuestras mujeres e hijos. Todo el apoyo a los médicos patriotas.

Frente al paro de los comerciantes que no se repita el error de Octubre en el cual dejamos en claro que no los necesitamos como gremio. Que se ponga fin a la posibilidad de que estos traficantes confabulados con los transportistas pretendan sitiar al pueblo por hambre. Que se establezcan de una vez por todas la distribución directa, los almacenes populares, la canasta popular. Que se pase al área social las industrias alimenticias que aún no están en las manos del pueblo.

Frente al área social, que no sólo no se devuelva ninguna empresa donde exista la voluntad mayoritaria de los trabajadores de que sean intervenidas, sino que esta pase a ser el área predominante de la economía. Que se fije una nueva política de precios, que la producción y distribución de las industrias del área social sea discriminada. No más producción de lujo para la burguesía. Que se ejerza verdadero control obrero dentro de ellas.

Exigimos que se derogue la Ley de Control de armas, nueva ” ley maldita”, que sólo ha servido para vejar a los trabajadores, con los allanamientos practicados a las industrias y poblaciones, que están sirviendo como un ensayo general para los sectores sediciosos de las fuerzas armadas que así estudia la organización y capacidad de respuesta de la clase obrera en un intento para intimidarlos e identificar a sus dirigentes.

Frente a la inhumana represión a los marineros de Valparaíso y Talcahuano, exigimos la inmediata libertad de estos hermanos, de clase heroicos, cuyos nombres ya están grabados en las, páginas de la historia de Chile. Que se identifique y castigue a los culpables.

Frente a las torturas y muerte de nuestros hermanos campesinos de Cautín exigimos un juicio público y el castigo correspondiente para los responsables.

Para todos los implicados en intentos de derrocar al gobierno legítimo, la pena máxima.

Frente al conflicto del Canal 9 de Televisión, que este medio de comunicación de los trabajadores no se entregue ni se transe por ningún motivo.

Protestamos por la destitución del compañero Jaime Faivovich secretario de transportes.

Pedimos que a través suyo se le manifieste todo nuestro apoyo al embajador de Cuba compañero Mario García Inchaustegui y a todos los compañeros cubanos perseguidos por lo más granado de la reacción y que se le ofrezcan nuestros barrios proletarios para que allí establezcan su embajada y su residencia, como forma de agradecerle a ese pueblo el que ha llegado a privarse de su propia ración de azúcar para ayudarnos en nuestra lucha. Que se expulse al embajador norteamericano, que a través, de sus personeros el pentágono, la CIA, la ITT proporciona probadamente instructores y financiamiento a los sediciosos.

Exigirnos la defensa y protección de Carlos Altamirano, Mario Palestro, Miguel Enriquez, Oscar Garretón, perseguidos por la derecha y la Fiscalía Naval por defender valientemente los derechos del pueblo con o sin uniforme.

Le advertimos compañero, que con el respeto y la confianza que aún le tenemos, si no se cumple con el Programa de la U.P. si no se confía en las masas, perderá el único apoyo real que tiene como persona y gobernante y que será responsable de llevar al país, no a una guerra civil que ya está en pleno desarrollo, sino que a la masacre fría, planificada de la clase obrera mas consciente y organizada de latino América, y que será responsabilidad histórica de este gobierno llevado al poder y mantenido con tanto sacrificio por los trabajadores, campesinos, pobladores, estudiantes, intelectuales, profesionales, la destrucción y descabezamiento quizás por que plazo y a que costo sangriento de no sólo el proceso revolucionario chileno sino también el de todos los pueblos latinoamericano que están luchando por el socialismo.

Y hacemos este llamado urgente, compañero presidente porque creemos que esta es la última posibilidad de evitar en conjunto la pérdida de las vidas de miles y miles de lo mejor de la clase obrera chilena y latinoamericana.

La insurreción de 1957 de Valparaíso, Santiago y Concepción: Lo que no cuenta la historiografía común

(Texto extraído de la publicación Comunismo Difuso #2 )

 

En todos los ámbitos, se habla poco o nada de uno de los momentos más explosivos de la lucha social del siglo XX, la revuelta popular gatillada por un alza en los precios del transporte público -una práctica habitual del Estado/Capital mediante la cual extraen parte del salario del conjunto de los proletarios, y que se aplica hoy en día a cada rato sin resistencia alguna) , que se expresó desde los últimos días de marzo y los primeros de abril de 1957 en las calles de las 3 ciudades más numerosas de Chile.

La historia oficial en versión izquierdista suele referirse a estos hechos tan sólo para condenar su “espontaneísmo”, e incluso ha propagado rumores de que los hechos de violencia proletaria (asaltos a armerías, ataques a la policía, comercios, edificios estatales y clubes burgueses, destrucción de monumentos, etc.) sólo se explicarían por el uso intencionado de “presos comunes” y de provocadores e infiltrados por las fuerzas del orden: no es de extrañar que esta sea la versión fabricada y distribuida por uno de los más importantes aparatos ideológicos del estado burgués, el P “C” (*).

Ante un escenario de ofensiva burguesa conducida por el gobierno de Ibañez (antiguo dictador militar, reciclado como demócrata en las elecciones presidenciales 1952 -en que fue apoyado por una alianza que incluía desde sectores fascistoides a autodenominados “marxistas” del PS-), que incluyó el alza de más del 150% en el precio de los pasajes entre Valparaíso y Viña desencadenó que desde el miércoles 27 de marzo grupos de estudiantes, pobladores y obreros se volcaran allí a las calles en mítines relámpago, con barricadas y volcamiento de buses en las esquinas, que por sobre todo intentaban detener la circulación de vehículos y mercancías (materiales y humanas), paralizando así el funcionamiento normal de la sociedad del capital. Dicha actividad prosiguió y se fue incrementando, para llegar al clímax con los combates callejeros del sábado 30, en que la policía dejó dos muertos y varios heridos, pero recibió también su cuota de violencia proletaria al punto que quedó acorralada en la Sexta comisaría en calle Eusebio Lillo (a dos cuadras de Avenida Argentina), recibiendo ataques desde la calle y también desde arriba, con lluvias de piedras lanzadas por pobladas apostadas en Cerro Barón. La fuerza policial tuvo que ser rescatada por la Marina, que tras cubrir su retirada reemplazó con ayuda del Ejército a los de verde en la labor en que éstos claramente habían fracasado: mantener el orden del capital en el puerto.

Las barricadas impresionantes de la noche del sábado 30 en Valparaíso fueron acompañadas de un espíritu festivo. La prensa burguesa denunció que bares y cantinas funcionaron hasta la madrugada, y que se había visto “grupos de exaltados que avanzaban por Avenida Argentina en total estado de ebriedad” (Diario La Unión, 3 de abril de 1957). Contra la multitud de proletarios rabiosos el Estado sólo pudo salvarse respondiendo con descargas de fusilería.

Luego de eso, en Valparaíso el movimiento decreció en intensidad y fue encorsetado en la forma de paralizaciones por horas y una jornada completa de paro el martes 2 de abril, acciones recuperadoras convocadas por el Comando Contra las Alzas (que junto a sindicatos y federaciones estudiantiles universitarias tuvo el honor de representar así, en estos eventos, la función de “izquierda del capital”, preocupada siempre de “contener elementos extraños” y condenar públicamente los “hechos de violencia”).

Pero la llama de la rebelión ya se había encendido, y se propagó rápidamente a Concepción y Santiago, donde miles se volcaron a las calles al grito de “¡Valparaíso!” y pasaron al contra-ataque violento y masivo contra el Estado y el Capital, disputándoles por horas y días enteros el espacio físico de la ciudad -lo que demuestra el carácter contagioso de estas explosiones, en atención al cual se justifica plenamente que la clase dominante y la educación formal nos instalen una amnesia histórica y psicogeográfica.

En Concepción, la reacción ante las alzas estuvo inicialmente en manos de las burocracias sindicales y políticas, lo cual puede explicar el que acá el movimiento no fue tan intenso en comparación a las otras dos ciudades. Las manifestaciones callejeras se expresaron a partir del lunes 1 de abril y fueron respondidas con la declaración de Estado de Emergencia en Concepción, Tomé y Yumbel. Luego de las manifestaciones del 4 de abril se volvió a la normalidad.

La máxima intensidad del movimiento se dio en Santiago, donde las manifestaciones y su represión fueron cada vez más intensas hasta llegar a un auténtico desborde popular el martes 2 en la tarde en la llamada “Batalla de Santiago”, que obligó al retiro de las fuerzas Carabineros y su reemplazo por tropas del Ejército. Los pacos ya no podían contener los ataques en su contra, y el gobierno estimó que su sola presencia en las calles había llegado a ser contraproducente. Luego de 3 horas de confusión en que el bando dominante perdió el control de las calles, recién a eso de las 21 horas se pudo reimponer precariamente el control de la mano del toque de queda, hasta lograr en palabras del General Gamboa, jefe militar de la zona, “dominar y aplastar la insurrección”. Los muertos en el bando proletario se contaron aquí por decenas, aunque la cifra oficial sólo reconoce 21 muertos y cerca de 500 heridos.

La violencia de masas, por su parte, se expresó en múltiples formas de desobediencia y ataque, de la que dan cuenta algunos extractos de la prensa burguesa: “En la Gran Avenida, un grupo de estudiantes liceanos de ambos sexos subieron a un bus FIAT que pasaba sin guardia ninguna. Uno de los estudiantes, pistola en mano, exigió al chofer que devolviera a los pasajeros “los cinco pesos robados”. Como éste no atinaba a moverse ante el argumento de la pistola, una de las secundarias tomó dinero de la caja y entregó a cada pasajero el dinero que estimaba que habían pagado de más. En la esquina se bajaron muy alegres y satisfechos entre numerosos aplausos” (La Tercera, 2/4/57).

“Turbas incontrolables llegaron hasta Plaza de Armas y empezaron a una metódica destrucción de bancos, casetas y faroles. Pequeñas fuerzas de Carabineros opusieron sus armas. Y aquí la gente tuvo la primera y engañosa sensación de victoria. Los uniformados escaparon casi con humillación. Vi cómo un grupo de unos 30 carabineros arrancaron de la plaza hacia Compañía seguidos de una lluvia de piedras. Se parapetaron en las puertas y en el Teatro Real. De allí disparaban al aire todavía” (La Tercera, 3/4/57).

“Hechos sintomáticos se produjeron durante la asonada de ayer. Las turbas, en su afán sedicioso, no respetaron ninguno de los poderes constituidos del Estado. Pretendieron asaltar La Moneda y atacaron de hecho los edificios en que funcionan el Congreso Nacional y los superiores Tribunales de Justicia. La prensa no escapó, tampoco, a este afán destructor…” (La Nación, 3/4/57).

Un frente interesante de la acción de los proletarios contra los llamados “bienes públicos” fue la crítica en actos del arte monumental burgués: a las 19 horas una “turba” atacó un monumento en construcción a Arturo Prat, en el sector de Mapocho, procediendo a incendiar y destruir totalmente su andamiaje de madera, fueron destruidos a pedradas los faroles del monumento a O´Higgins en Plaza Bulnes, e incluso la policía reportó un intento de incendiar la Catedral.

Hacia la noche del martes, gran cantidad de “turbas” se movilizaban desde diversas poblaciones y recorrían barrios por Estación Mapocho, San Diego, San Miguel, Plaza Chacabuco, Barrio Matadero. Al igual que en Valparaíso, las organizaciones estudiantiles y sindicales tendían a actuar como garantes del orden en ausencia de la policía. Así, por ejemplo, cuando una muchedumbre intentó saquear Almacenes París en San Antonio con la Alameda, grupos de estudiantes “acordonaron el establecimiento y, armados con fierros, impidieron el saqueo” (La Nación, 3 de abril de 1957). Posteriormente, una declaración pública de la FECH se encargaría de expresar “su más enérgico repudio a los atentados vandálicos” de “elementos que escapan por completo a la dirección del movimiento estudiantil”.

En las entrevistas realizadas por Pedro Milos a 40 años de los sucesos, el entonces Presidente de la FECH declara: “fuimos sobrepasados, sobrellevados en lo que era la intención del movimiento estudiantil de tomar esta bandera de reclamar por esta alza. Se vio que había no sé si otros intereses u otras organizaciones detrás de esta asonada, de este movimiento, pero la verdad es que no fueron estudiantes los que dimos un golpe siquiera contra los faroles” (Entrevista a Eduardo Moraga, 5/1/94). Por contraste, los proletarios las emprendieron enérgicamente contra el alumbrado público y otras expresiones del urbanismo capitalista, como siempre se ha hecho en toda insurrección: “Me recuerdo haber visto un grupo de gente echando abajo postes de la luz eléctrica, era como sorprendente ver que los ataban, sacaban cuerdas, y quedaban doblados en las calles. La gente apedreando vitrinas, sacando cosas y enfrentándose a la policía” (Entrevista a Manuel Cabieses, 28712/93). A su vez, un dirigente de la juventud del partido estalinista recuerda lo siguiente: “El asunto es que el día 2 se producen movimientos masivos de gente. Hay combates en distintas partes de Santiago y en el fondo la masa logra conquistar los espacios. Se puede decir que ni el Ejército ni la policía habían podido tomar terreno en ese asunto. Los dueños, los que se quedan con el terreno fue una masa en la que ya cada cual hace lo que quiere. De ahí la sensación que embarga a esta dirigencia es que se nos escapa la cosa” (entrevista a Federico García, 4/2/94. El destacado es nuestro).

Los días posteriores la calma fue volviendo de a poco. El día 3 la represión se cobró varias nuevas víctimas, y sectores poblacionales y sindicales que habían sido tomados por sorpresa el martes, trataban de hacer lo suyo (por ejemplo, una marcha masiva en San Miguel que derivó en incidentes y la acusación de intentar atacar una comisaría). Además dela ejecución directa de “saqueadores”, el aparato represivo destruyó la Imprenta Horizonte (donde se imprimían periódicos de izquierda), realizó una espectacular redada masiva contra un enorme grupo de individuos que se habían escondido en el Cerro Santa Lucía con la presunta intención de tomar las calles de nuevo en la noche, además de proceder a detener a cuanto ciclista anduviera por el centro bajo la sospecha de ser mensajero de los revoltosos (se requisaron más de 300 bicicletas). Producto de la represión hubo cerca de 500 detenidos –muchos de los cuales fueron luego relegados- y un número indeterminado de desaparecidos.

El jueves 4 de abril a las 7 de la mañana hubo un fuerte movimiento sísmico, la violencia se hizo más aislada, y el viernes 5 el Gobierno anunció la creación de una comisión para revisar las tarifas de la locomoción colectiva.

 

* Una excepción a lo anterior la constituye el libro “Historia y memoria. 2 de abril de 1957“, editado por LOM en el 2007, que en más de 500 páginas presenta la investigación minuciosa y exacta de los hechos llevada a cabo por Pedro Milos

Memoria auto critica para una conciencia emancipadora

Apuntes sobre la derrota del proletariado Chileno en la década de los 70

 “Hay que retomar el estudio del movimiento
obrero clásico de forma desengañada”
Internacional Situacionista

«Oh, caballeros, la vida es corta… si vivimos, vivimos para marchar sobre la cabeza de los  reyes»

William Shakespeare

La última gran ofensiva del movimiento proletario chileno y su derrota, está enmarcada en el contexto histórico del segundo asalto proletario, por ende no debemos entender este proceso como un acontecimiento aislado, ya que podemos destacar diferentes sucesos internacionales que apuntaban hacia un estallido más o menos claro de la revolución social.

Comprendemos  el segundo asalto proletario como una gran ola revolucionaria y creativa, política y existencial, donde se reúne históricamente tanto el desgaste del modelo de trabajo post fordista y el patrón económico keynesiano. En paralelo,  la auto organización de los proletarios en todo el mundo va desarrollando su propia actividad vital, generando cada vez más tensión social y precipitando al capitalismo a una nueva crisis. En este marco, Latinoamérica y el mundo es un caldo de cultivo para la subversión del modo de vida capitalista.

El capitalismo mundial comprende que su crisis es inminente, así todas las fuerzas democráticas están dirigidas a contener el fantasma del comunismo[1] que se avizora como irremediable. Esta ofensiva, se caracterizo por diferentes formas de negación a la sociedad existente, donde podemos encontrar: el abstencionismo laboral en fabricas de Italia, el movimiento de ocupaciones en el mayo francés, la toma de terrenos y fabricas en Chile,  la expropiacion a la banca y al comercio burgués como practica común del proletariado a nivel internacional, la táctica de la guerrilla urbana y rural primordialmente en Latinoamérica ,  las huelgas generales y salvajes de gran parte de Europa, la lucidez de grupos como Zengakuren[2] en Japón que fueron los primeros en el mundo en lograr la coordinación de obreros, estudiantes y campesinos teniendo como consigna principal «ni imperialismo ni estalinismo», lo cual no es algo despreciable para la época, al mismo tiempo que la proliferación de grupos autónomos de ataque anti-capitalista como el Movimiento Ibérico de Liberación MIL en España, entre otros.

El proceso revolucionario en Chile se vino fraguando bastante años antes del periodo Allendista, su contenido se expreso en la acción autónoma de amplios sectores del proletariado obrero y campesino; principalmente a través de tomas de terreno, ocupación de fabricas, organización barrial y acciones de autodefensa armada, practicas que en su conjunto apuntaban a recuperar las condiciones de existencia que les había arrebatado el modo de producción capitalista[3] y que conllevaron variadas masacres orquestadas por el Estado Chileno anteriores al Golpe de 1973[4].  Como ejemplo de la radicalidad antes mencionada podemos visualizar experiencias como las de COOTRALACO[5], empresa auto gestionada por sus trabajadores donde a pesar de la carencia teórica, los obreros sacaban las siguientes conclusiones:

“Entre nosotros no se pregunta de qué partido eres. Nuestra definición es si se está con los trabajadores o en contra de ellos en la práctica. No aceptamos que las diferencias ideológicas nos paralicen. «[6]

En el Chile de los 60, los partidos de izquierda abogaban por una política de nacionalización, contraria a la política de nacionalización y reforma agraria que llevo a cabo la DC, pero no porque esta fuera reformista, sino porque era reformista con apoyo de capitales imperialistas. O sea, la izquierda era el reflejo de una polarización ideológica que disimulaba las verdaderas contradicciones de clase existente en la sociedad.  Siendo un poco mas reflexivos, y desde nuestro momento histórico actual, podríamos decir que la izquierda chilena buscaba encuadrar las practicas de antagonismo proletario en los mecanismos democráticos existentes, filtrando el poder revolucionario del proletariado que se constituía lentamente en práctica viva contra la sociedad de la mercancía.

Así, en Chile y otro países del cono sur, surgen diversos gobiernos de tonos socialistas que abogan por una mejor repartición de la riqueza y una nacionalización contraria al imperialismo estadounidense[7]. No obstante el proletariado chileno no se limito a seguir las políticas democráticas de la «Unidad Popular», sino que agudizo su practicas, pues con la llegada de Allende, lejos de decantar en un poder obrero, la lucha de clases se agudiza por fuera de los canales parlamentarios.  Cuando los obreros comienzan a hablar y actuar por sí mismos, se comienzan a generar las primeras contradicciones entre el Gobierno y sus «bases». Con la espontanea ocupación obrera de diversas fabricas Allende es forzado a nacionalizarlas para prevenir la autogestión de los trabajadores. De este modo, los trabajadores chilenos solo cambiaron un jefe por otro, de Kenecott o Anaconda[8] a la burocracia gobernante. La acumulación del capital es siempre acumulación a expensas del proletariado.

En el mundo rural, tenemos que los campesinos realizaron «espontaneas tomas armadas» auto organizados y por fuera de la autoridad estatal.  De hecho, el gobierno no perdió oportunidad en denunciar  «expropiaciones indiscriminadas» y a la «desaceleración», y cuando legitimo dichas tomas fue gracias a la presión de los campesinos. El MCR (Movimiento Campesino Revolucionario)[9] frente político-social del Movimiento Izquierda Revolucionaria si bien actúo asumiendo un rol protagónico en la expropiación de aquellos fundos nunca rompió con la políticas burocráticas de la UP, pues el MIR siempre que el gobierno de la UP se hayo en problemas movió sus banderas mediadoras para legitimar las políticas públicas del Estado, coartando la actividad autónoma del campesinado.

En la huelga patronal de octubre del 72, los obreros agudizan su práctica revolucionaria, tomando activamente las fabricas y coordinándose en cordones industriales autónomos, los cuales  fueron acusados por el MIR y el Gobierno de llamar al «paralelismo sindical». De esta manera, son atacados por el gobierno de Allende por ocupar activamente las fabricas sin asistencia sindical o estatal, tales organismos coordinaban la distribución y producción de productos al mismo tiempo que organizaban la defensa armada contra los patrones (prácticas que en parte gestionaban el capital, pero que también implicaban una apropiación de sus medios de trabajo y lucha; de lo cual rescatamos su experiencia de combate contra el viejo mundo, en desmedro de la apología a la producción, ya que comprendemos que la gestión del capital no significa una real apropiación de nuestras vidas, sino que una mera administración de la explotación de los trabajadores por los trabajadores).

En los barrios la aplicación de las Junta de Abastecimiento Popular, instituciones creadas por el gobierno fueron altamente desbordadas por la auto organización barrial reorganizada en los comandos comunales y concretada por el explosivo desarrollo del movimiento poblador. Entre 1964 y 1969 se registraron 58 tomas de sitios en Santiago, de las cuales 35 fueron protagonizadas en este último año[10]. Con la agudización de la lucha de clases, encontramos que «se puede afirmar con toda seguridad que entre 1970 y septiembre de 1973 se registraron en Santiago, al menos, 344 tomas exitosas de terrenos urbanos.»[11] Así mismo, los comandos comunales se extienden por todo el país; órganos territoriales paralelos a los cordones industriales formados- en primera instancia-como un intento de frenar la ofensiva de la burguesía, pero que terminaron por expresar el afán espontaneo de los trabajadores por auto-dirigirse, «teniendo acceso a las tareas de organización, dirección y control de la sociedad, como única forma de encarar directamente la resolución de sus problemas económicos y políticos.»[12]

Toda esta autonomía expresada en actos fue recuperada por las diversas organizaciones leninistas del momento. El papel de la socialdemocracia jugará un rol importante en este proceso en la medida que el desarrollo de auto actividad proletaria es frenado por el programa de la vía chilena al socialismo que propugnaba la izquierda del capital. Así entonces, la revolución se vio supeditada a organizar la economía a través del Estado «popular», que enfatizaba en la realización de un modo de administración donde la condiciones modernas de producción son dirigidas a partir de de la dirección de los partidos de vanguardia obrera (UP,PC, PS, MIR, ELN, etc.)

La reacción de la burguesía aristocrática aumento no por los embistes del «Estado marxista», sino por la creciente auto actividad del proletariado autónomo. La derrota proletaria hunde sus raíces en la confianza ciega en la ideología política de sus representantes. El gobierno de la UP, no fue más que un espectador impotente en la lucha de clases desplegada por fuera de las estructuras políticas formales. No fue fortuito que fuese precisamente en los lugares con más actividad autónoma del proletariado[13] donde se vio la resistencia más fuerte a la dictadura militar. El cordón industrial Cerrillos[14], la planta textil SUMAR[15], la población La Legua, entre otras locaciones fueron experiencias de combate proletario que no hacían más que demostrar que las redes por la autonomía de la clase no necesitaban del modelo leninista de organización para defender las pocas conquistas que habían alcanzado hasta ese momento. El «compañero presidente», fue el mismo que desarmo a las milicias obreras meses antes del golpe,[16] dejándolas indefensas ante los militares que ya estaban en su gabinete. Así vemos que la derrota de la «revolución chilena», se fraguo mucho antes del 11 de septiembre.

La ultra izquierda de la época, MIR, ELN, y otros -que no cayó en la canallada de sus pares políticos de abandonar el país,- no abandonó a los proletarios que resistieron en sus poblaciones y fabricas, pues «el MIR dio órdenes de replegarse en orden y combatiendo. Sus militantes combatieron junto a los obreros pero -conscientes que la derrota del reformismo era inevitable- se retiraban en orden cuando la resistencia era imposible»[17]. Pero en la práctica no pudo nunca sacudirse de la carga de la UP, pues su transa ideológica con el reformismo los había derrotado de antemano. Así con respecto a las relaciones entre el MIR y los cordones industriales vemos que; «meses antes del golpe alguno de sus dirigentes obreros más importantes habían roto con su dirección porque la consideraban burocrática y oportunista. En realidad se trata de una dirección que quiere hacer la revolución «para» los obreros, pero que no ha comprendido en absoluto que «la liberación de la clase solo puede ser obra de ella misma»»[18]

Entendemos que la revolución social es una cuestión de clase contra clase, de programa contra programa, el partido del orden contra el partido de la anarquía; la representación obrera se opone radicalmente a la revolución proletaria, «si la cuestión central de la revolución estuviera enunciada abiertamente y honestamente: capitalismo o comunismo, ninguna duda, ningún titubeo seria hoy posible en la gran masa del proletariado»(Rosa Luxemburgo). Como ya sosteniamos momentos antes, el fracaso del proletariado chileno estaba sentenciado de antemano cuando creyó ingenuamente en sus representantes políticos. Su falta de esclarecimiento teórico acerca de sus propios intereses le llevo a confiar gran parte de su organización a fuerzas externas, dígase: partidos, sindicatos  el poder del Estado, que obstruyeron una articulación viva, verdaderamente antagónica de los propios proletarios contra el capital. Pero esta aclaración, no es una justificación del proletariado, sino por el contrario, una autocritica; pues fue el mismo quien se conformó con la reforma y la «transición pacífica» al comunismo, con el «socialismo de un solo país» y con la democracia, fueron los propios obreros quienes creyeron en el «respaldo» del gobierno del pueblo.  La falta de claridad y exposición del programa histórico del proletariado es una medida intransable que hay que erradicar de nuestra praxis. La honestidad con respecto a la crítica radical del mundo mercantil debe ser la materia misma de su agitación.

QUIENES HACEN REVOLUCIONES A MEDIAS CAVAN SU PROPIA TUMBA !! NI JEFES NI VANGUARDIA: AUTONOMIA PROLETARIA!! A TOMAR EL CIELO POR ASALTO!!

[1] Entendemos por comunismo, el movimiento real que apuesta por abolir las condiciones de explotación existentes y busca  la realización de la verdadera comunidad humana; suprimiendo por tanto el trabajo asalariado, la propiedad privada, el dinero, el patriarcado, etc.. No al socialismo científico empleado por los países imperialistas del bloque soviético que no son sino otra expresión del capitalismo, donde el proceso de administración de la valorización del valor es controlado por el Estado y su burocracia.

[2] Movimiento Comunista radical Japones compuesto principalmente por estudiantes.

[3] Entendemos que estas expresiones del proletariado son en actos parte de un “comunismo difuso” que nos hace más que verificar que la potencia del comunismo en aquellas jornadas está presente, pero desprovisto de un contenido radical en cuanto al desenvolvimiento social del programa de negación del Estado/Capital

[4] Entre ellas encontramos la masacre de la obreros y estudiantes en Santiago y Valparaíso en 1957 en la llamada «Huelga de la Chaucha», la matanza de pobladores de la población José María Caro en 1962, el asesinato de los trabajadores de la mina el Salvador en 1966 y la masacre de pobladores ocurrida en Puerto Montt en el año 1968.

[5] En noviembre de 1968, 126 obreros de la industria “Andrés Hidalgo y Cía.” se declararon en huelga por las deudas que mantenía con ellos el patrón. Luego de un proceso de movilización por las vías tradicionales que no dio frutos, los trabajadores deciden tomar la fábrica y gestionarla ellos mismos. En esta iniciativa estaban involucrados ex-cuadros de partidos de izquierda y obreros sin militancia partidaria. (Nota al pie de Columna Negra en traducción de Stranger Defeat: The Chilean Revolution. PointBlack! 1973)

[6] Revista Punto Final Nº 90, octubre de 1969

[7] El capital internacional replica la lucha de clases a escala mundial, extrae de los países marginales el capital necesario para reproducir los privilegios de los países «primermundistas». De esta forma, no es difícil hacer pasar por «revolucionaria» las tentativas de nacionalizar los recursos, y de la «gestión obrera» del poder (aunque sea vía representantes burgueses). Sin contar, los deseos de las burguesías locales pertenecientes a estos países, de empoderarse realmente y hacer hegemonía completa sobre la sociedad, no importa que esto sea distribuyendo la economía de forma «paternalista» o derechamente «liberalista».

[8] Grandes empresas de extracción mineral que representaban la «colonización» del capital imperialista.

[9] El MIR y el MCR, a pesar de su impronta revolucionaria estuvieron siempre acordes a actuar en función de las exigencias burocráticas de la UP. «Si el MIR no logro ser la vanguardia del proletariado chileno, no fue por no ser lo suficientemente vanguardia, sino porque su estrategia fue resistida por aquellos a quienes trato de manipular». Extraña Derrota Pointblack!

[10]Duque y Pastrana «La movilización reivindicativa urbana de los sectores populares en Chile» 1972

[11] Boris Cofre «El Movimiento poblador en el gran Santiago»

[12] Punto Final N°189

[13] Hay actitudes que rompieron abiertamente con la cotidianidad capitalista; los obreros de la planta textil SUMAR en el contexto del paro nacional de la patronal de octubre del 72, comenzaron a producir ropa y víveres textiles para entregar a los pobladores aledaños a la fábrica. Con actitudes sencillas como esa, los obreros intrínsecamente estaban subvirtiendo la ley del valor y reapropiándose de su actividad diaria. Estas actitudes no son particulares ni azarosas, pues responden a una vida comunitaria real que venían forjando los obreros y pobladores del sector, a través de diversas actividades como bibliotecas populares y comedores comunes. (Ver testimonios en documentales “Ellos lucharon” y “Más fuerte que la metralla”)

[14] El Cordón Industrial de cerrillos llego a constituir un comité militar de autodefensa, siendo uno de los pocos lugares en constituir un foco de resistencia para el golpe militar.

[15]La planta textil SUMAR cercana a la población La Legua , como lo expresa Helios Prieto en «Chile: Los Gorilas estaban entre nosotros» fue uno de los focos más serios de resistencia. Durante cuatro días los militares no pudieron entrar en ella porque cada intento era duramente resistido. Un ómnibus de carabineros y dos tanquetas fueron destruidos por los combatientes; las mujeres y los niños arrojaban agua ardiente a los carabineros, mientras los obreros resistían con las pocas armas de fuego que pudieron rescatar. Pero la confianza ciega en los partidos y su organización, provocó una reacción tambaleante, de repliegue, léase textual «Toda las instrucciones eran que permaneciéramos en las fabricas y atentos, que en algún momento nos iban a entregar las armas para defender el gobierno de la unidad popular» (Cordones Industriales, Sandra Castillo)

[16] En Octubre de 1972 el congreso promovió la Ley de Tenencia responsable de Armas, que restringió su uso exclusivo a las fuerza armadas, proyecto que fue firmado por Salvador Allende.

[17] Ibid, Pag 70

[18] Helios, Prieto «Los gorilas estaban entre nosotros» Pag. 84