Primero de Mayo, ¡Contra el trabajo asalariado !

El día del trabajador recuerda a los mártires de Chicago. Trabajadores que en 1886, durante la llamada revuelta de Haymarket,  fueron parte de la lucha por arrebatar unas horas de libertad al capitalismo, siendo vilmente asesinados por el Estado en la horca, el 11 de noviembre de 1887, por encarnar una  expresión clara del antagonismo de clase que se palpitaba en los tiempos de efervescencia en el transcurso de la llamada «cuestión social».

Al día de hoy, podemos ver al Estado/Capital y sus medios de producción cultural modificando y resignificando este acontecimiento a través de la historia como un día de «festejo», invirtiendo su significado y absorbiendo su potencial subversivo, para mantener la ilusión ideológica de que esta realidad la escogimos entre todos, como cual firma un contrato, repitiéndose incesantemente el mismo monologo normalizador de sumisión al trabajo.

Simultáneamente, en círculos mas «politizados», se habla de este día como un día de «reivindicación de la lucha laboral», legitimando la enajenación[1] de luchar fragmentadamente  por ajustes parciales del modelo capitalista, olvidando la critica unitaria y global del engranaje de dominio del Estado/Capital, que ya fue enunciada por los revolucionarios pasados a mediados del siglo XIX. Lo que propicia un reciclaje de la condición histórica «obrerista», visión nostálgica que promovió la exaltación del rol del trabajador en el engranaje capitalista. Abandonando la premisa de que , para superar al capitalismo, hay que suprimir las clases sociales y, por ende, el rol de trabajador y explotador.

Es por esto que quisiéramos hacer hincapié  en mantener viva la critica categórica del trabajo asalariado como piedra angular del sistema, puesto que es el reflejo evidente de la separación histórica que el capitalismo produjo en la comunidad, privando a sus miembros de darse a sí mismos las condiciones necesarias para vivir, transformando en mercancía[2] cualquier aspecto básico de la vida, como la tierra, la actividad humana, y el tiempo.

La crítica radical del trabajo pasa por entender que el proletario «es cualquier persona que no tiene ninguna posibilidad de modificar el espacio-tiempo social que la sociedad le obliga a consumir.» (IS, #8, 1963) Entendiendo esto, la crítica radical del trabajo debe suponer la supresión del rol proletario en miras de una emancipación social autentica, puesto que la transformación radical de la sociedad debe, necesariamente, pasar por suprimir la lógica de producción capitalista, donde observamos la dualidad trabajador/explotador, y, a su vez, subvertir las prácticas autoritarias e individualistas de la vida cotidiana, reemplazándolas por valores antagónicos que representen en la practica la superación y el vislumbramiento de la emancipación social.

De esta manera, entendemos  que la praxis del proletariado debe ser autónoma, ajena a vanguardias y dirigentes que busquen conducir la tensión política a esferas especializadas (burocracias sindicales, partidos políticos, asistencialismo estatal). Pues, un sujeto que establezca relaciones de dependencia, aunque las justifique por buscar de esa manera su liberación, deja de serlo para convertirse en objeto: pierde su autonomía y el impulso emancipatorio resulta frustrado. Es por esto que reivindicamos valores precisos que guardan relación directa con el potencial creador que tenemos como proletarios ante la moral burguesa, así es como la lucha contra el trabajo asalariado, es también la reivindicación teórico/práctica de la horizontalidad, la solidaridad y la autonomía en la comunidad.

Aún creemos que existe en este día un espacio de antagonía clara, un lugar  para la memoria de quienes fueron la expresión rotunda del proletariado buscando suprimir su propia condición. Un llamado a la subversión de la vida, a la protesta cotidiana por la recuperación de nuestro espacio y tiempo, la posibilidad cierta de reapropiarnos de nuestras condiciones de existencia.

Adolf Fischer, George Engel, Albert Parsons, y August Spies, la memoria de los explotadxs no olvida a sus caidxs. A 130 años de la revuelta de Haymarket, nada ha terminado, todo está por empezar. Trabajadores del mundo ¡dejad de serlo!

[1] La «enajenación» o «alienación» alude a la desconexión del ser con su entorno y consigo mismo, producida por una idea o estado que lo mantiene ajeno a su conciencia. Por ejemplo, el trabajo y los productos de nuestro trabajo nos dominan, en vez de lo contrario. En vez de ser un lugar en donde realicemos nuestro potencial, el lugar de trabajo es meramente un lugar al que nos vemos obligados a ir para obtener dinero para consumir las cosas que «necesitamos» en la vida moderna..

[2] Con «mercancía» nos referimos a cualquier objeto o bien producido en la sociedad capitalista dotado de valor de uso y valor de cambio. Marx la define como la «célula económica de la sociedad burguesa».