Revolución y Democracia. A propósito del 29m y la lucha anticapitalista

Reproducimos este panfleto publicado por el boletín !Viva la Comuna! numero #2 a días de otro 29 de Marzo, con la memoria afilada ante la contrarrevolución !!

Revolución y Democracia

Apropósito del 29 Marzo y la lucha anticapitalista

«La democracia, dicen, es el gobierno del pueblo. Pero el pueblo no existe, sólo existen las clases»

Anton Pannekoek.

                                                                                                              Parque O’Higgins 1 de Mayo de 1984

El día del joven combatiente conmemora la muerte de los hermanos Vergara Toledo caídos en la Villa Francia en 1985, en el contexto represivo efectuado por la Dictadura Cívico Militar contra la proliferación de las jornadas de protesta popular. A partir de esta fecha, también se conmemora la muerte y la lucha de tantos otros combatientes que desde ese momento, y más allá de la lucha anti dictatorial, se han enfrentado contra la explotación de un sistema que precariza la vida y difunde la miseria para todos y todas.

Para esbozar cualquier análisis sobre esta fecha, creemos necesario describir brevemente su origen histórico  en la lucha de clases.

En aquella época,  a la par del fuerte descontento social, se constituyeron dos frentes políticos: el Movimiento Democrático Popular  (MDP) que contenía lo que se denominaba, hasta ese momento, como la izquierda histórica: el Partido Comunista y Partido Socialista, a los que se sumaba el MIR y el FPMR. Este conglomerado buscaba derrotar a la dictadura por todos los medios posibles, teniendo como objetivo instaurar una “Democracia Popular”, queriendo retomar el camino esbozado por la UP previo al golpe de Estado. Por otro lado, estaba la Alianza Democrática (AD) que contenía a todos los sectores cercanos a la Democracia Cristiana, socialismos renovados y  Partido Radical, apostando a derrotar la dictadura a través de la movilización social, excluyendo eso sí, cualquier forma de violencia. De cualquier manera, apellidos más o apellidos menos, ambos frentes tenían como horizonte el retorno a la democracia.

Desde las primeras jornadas de protestas, ocurridas en 1983, podemos notar como el movimiento social comienza a constituirse en prácticas cada vez más radicalizadas contra la brutalidad imperante del poder. En este escenario,  se distinguen las acciones armadas en contra de la dictadura- como ataques a cuarteles militares y policiales, los sabotajes, voladuras de torres y líneas férreas, ajusticiamientos a miembros de los cuerpos de seguridad, secuestros, recuperaciones de dinero, armas y comida, los copamientos territoriales, las emboscadas y las propagandas armadas-, así como, la  rearticulación de sus vínculos comunitarios a través de la lucha y la organización de las poblaciones, tanto en la coordinación de la auto defensa en barrios, universidades, liceos, juntas vecinales, tomas de terreno, lugares de trabajo y parroquias, como en el brote espontáneo de las ollas comunes para sustentar las necesidades básicas de cada territorio contra la represión militar y económica que impuso la crisis del Capital. Estas actividades de organización territorial y autodefensa en la ciudad se incrementaron e intensificaron notablemente, por lo menos hasta fines de la dictadura. Este contexto fue parte de un antagonismo cada vez más evidente en la sociedad, que fue precipitando al régimen  a entregar el poder, con su punto más álgido en las Jornadas de Protesta Nacional del 2 y 3 de Julio de 1986.

En este contexto, la lucha emprendida por los grupos antidictatoriales como el FPMR, MIR, o MJL contenía una práctica que, en conjunto con otras formas de resistencia proletaria, conforman parte de una oposición histórica al dominio del Capital, siendo experiencias que la memoria de los explotados no debe olvidar, pues tanto sus tácticas como vivencias y errores son parte del recorrido histórico que hemos transitado, y son imprescindibles para comprender nuestra lucha hacia la emancipación total de nuestra clase. Es por ello, que, si bien reconocemos en la experiencia de estos grupos la vigencia de la dignidad y la resistencia ante el despotismo capitalista, creemos que es necesario dilucidar un análisis crítico de la época, puesto que, a pesar de su arrojo, lo que quedó, fue un panorama quizá más desolador que aquellos años de fragor y lucha.

Pese a la implementación de la lucha armada como medio para enfrentar al poder, el contenido nuclear de ésta estuvo impregnada de un carácter democrático y, por tanto, burgués, que posponía el horizonte revolucionario y anticapitalista aún para más adelante. La ilusión que consiste en suponer que la democracia  propicia algún devenir revolucionario[1] ha sido y fue,  la garantía para mantener la paz social y perpetuar el dominio del Capital contra el proletariado, salvaguardando siempre y en última instancia, el funcionamiento de la maquinaria de explotación económica. El programa Social-Demócrata (también conocido como Frente Popular), que busca conquistar el Estado  para reformar las condiciones de producción de los explotados, no modifica en nada la  esencia de éstos, la de ser precisamente productores de su propia desposesión. Dicho de otra forma: no cambia en nada la esencia de los trabajadores, seres subyugados a un salario que les permite sobrevivir, despojados de organizar sus vidas en común, directamente desde el territorio, sin otra mediación que sus propias necesidades y solidaridad.

El programa de grupos como el MIR, FPMR, y MJL constituyó una fiera resistencia proletaria a la masacre implantada por la dictadura, pero su propuesta “popular”, “patriótica” o “rebelde” nunca pasó a ser más que una propuesta para organizar un mercado con explotadores locales antes que europeos o gringos, una “verdadera” democracia ante la “democracia burguesa”, o industrialización de los medios de producción antes que exportación de materias primas. A fin de cuentas, Capitalismo.

La ausencia de una crítica profunda a los cimientos del Capitalismo es la causa de que esta fuerza haya sido solo defensiva y no haya pasado a una ofensiva real contra la sociedad de clases. La tensión alcanzada por aquellos años marcó ribetes históricos, pero no fue capaz de encontrar una coherencia entre sus contenidos que le proporcionará  el ímpetu para profundizar la lucha e ir más allá. Desde el principio, los grupos más radicalizados del proletariado delimitaron su programa definiéndose como  grupos de vanguardia, separándose de lo que denominaban “masa social”, lo cual conllevó -dentro de otros muchos lastres-, una centralización política que estaba verticalmente ligada a la concepción socialdemócrata de las cúpulas políticas del PC y el PS, que, como vimos anteriormente, a pesar de su  apuesta por la lucha armada, siempre concibieron a la democracia como antagónica a la dictadura, lo cual fue aprovechado por la burguesía progresista, que  se benefició de la protesta social y el fragor insurreccional para imponer su programa de reformas y aplastar los residuos de resistencia de los que no aceptaron el pacto con los líderes de la dictadura.

Desde nuestra mirada, la democracia no es ninguna forma de gobierno particular sino la esencia misma del Capital reproduciéndose: la dictadura del valor como ideología generalizada. No existe una contradicción real entre Dictadura y Democracia (lo que no quiere decir que sean lo mismo), sino que son dos momentos del devenir histórico capitalista funcionales a las necesidades de producción y reproducción del Capital en proceso, la única real contradicción, el único antagonismo objetivo, es la lucha de clases que despliega dicho proceso y que se encarna en nuestras vidas. Cuando la democracia ha delimitado las luchas proletarias[2], siempre ha tenido el mismo carácter: sacar a los proletarios de sus propios intereses de clase, llevándolos al terreno burgués de política, o sea, controlar el Estado para impulsar nuevas condiciones de desarrollo del Capital.

El comunismo no puede ser visto como una profundización de la democracia, es más una superación de todas las separaciones producidas por la apropiación privada capitalista, se trata del movimiento que tiende a constituirse en comunidad, aboliendo la dictadura del dinero e imponiendo las necesidades humanas. Mientras los proletarias que se rebelan contra la dictadura del valor sigan creyendo que luchan “por la verdadera democracia”, jamás será posible romper con el viejo orden del mundo, hacia una comunidad humana reconciliada consigo misma y con la naturaleza.

Este 29 de Marzo reivindicamos la vida de todxs aquellxs rebeldes que se enfrentaron al vampiro del Capitalismo, en cualquiera de sus formas, y en cualquiera de sus luchas. ¡Hermanos Vergara Toledo! ¡¡Presente!!

Que nuestra práctica sea histórica, tanto como nuestro pensamiento lo permita. Quien hace revoluciones a medias cava su propia tumba.

 Por la comunización de la vida.

Algunxs pobladores por el Comunismo y la Anarquía.

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Marzo del 2019

[1]  Otros sectores, como la AD, aspiraban lisa y llanamente a la democracia para regresar al estado de “derechos”, en que el orden capitalista debiese transitar “normalmente”

[2] Procesos históricos como el de la Guerra Civil Española 1936 o el Golpe de Estado en Chile en 1973, podrían haber tenido un rumbo diferente de haber tenido en cuenta una crítica radical a la política democrática y partidista, portadores eternos de la representación proletaria, que postergaron siempre las medidas revolucionarias en pos de construir un Estado “socialista”.