Propuesta para una praxis revolucionaria

NOTA DEL BLOG: Reproducimos este panfleto entregado hace unos años en la romería hacia el cementerio general en el marco de una nueva conmemoración del golpe de estado de 1973. Su contenido en términos generales expresa nuestras posturas ante la actualidad de la lucha de clases y el necesario desarrollo teórico del que adolecen los movimientos sociales. Pero ante todo, no queremos cristalizar un programa revolucionario sobre el «quehacer», sino entregar mas herramientas para dilucidar nuestra practica como proletarios. 

 

El siguiente texto, es un trabajo colectivo, que nace de la discusión teórica entre compañeras y compañeros, que luchamos a diario para fortalecernos como sujetos revolucionarios. Tomamos conciencia y en la lucha hemos avanzado y seguiremos avanzando. Creemos que es necesario compartir estas reflexiones que pretenden ser una herramienta teórica alternativa que ayude a constituir la práctica revolucionaria. Se las entregamos para que la sometan a la crítica, teórica y prácticamente. Creemos que otro mundo es posible pero solo en la medida que dejemos de ser masa, y nos volvamos sujetos autónomos conscientes, creativos y activos, que nos articulemos, que ejecutemos, que nos atrevamos, que nos equivoquemos, aprendamos y sigamos avanzando, podremos cambiar el orden existente. Lo importante es tomar posiciones, decidirse, caminar en serio, la revolución no es un juego, y necesita de todos y todas, necesita práctica y teoría, ninguna más importante que la otra, ambas deben ir de la mano e ir marchando juntas y dialécticamente.

La cosa va enserio, y por lo tanto debemos ser conscientes de los riesgos y el trabajo que implica tomar la decisión de vivir un camino de lucha. La revolución requiere voluntad y esfuerzo de aquellxs que decidimos tomar posiciones, es imprescindible sacar de nuestras mentes fantasías simplistas que nos llevan a creer que solo el placer y la satisfacción moverán cada una de nuestras acciones. Habrá momentos de cansancio y agotamiento, de desidia, pero otros sin duda de mucha satisfacción. No será fácil, el esfuerzo debe existir si queremos dar golpes certeros que nos encaminen a la victoria.

Es por la seriedad de las palabras que están leyendo que creemos necesario hacerles llegar este texto, que es una apuesta por la construcción teórica colectiva. Es imprescindible que se difunda, que circule que corra, pues creemos que hoy más que nunca estamos carentes de teoría. Los movimientos sociales son una masa uniforme que no cuestiona, hay instinto pero no critica, no hay trabajo teórico ni contenido político, y se vuelven una imagen, un espectáculo, una válvula de escape que deja de tensionar y se estira, un embudo y una salida fácil para mantener vigente el sistema.  Es por esto que creemos que es necesario revisar la teoría y la práctica de “viejos” revolucionarios, para reinventarlas  y contextualizarlas,  reconociendo que en esta modernidad tardía  o  capitalismo tardío   ningún paradigma  teórico ni mucho menos ideológico nos ofrecerá una buena lectura del momento histórico del que somos parte, ni el marxismo, ni el anarquismo, ni en su versión situacionista,  pueden satisfacer hoy las explicaciones teóricas necesarias para comprender el estado actual de las cosas .

 Este texto entonces,  es una invitación  a la reflexión a la crítica y  a la práctica,  y una propuesta teórica del quehacer revolucionario. Hoy más que nunca es necesario e imprescindible un cambio de estas proporciones, un mundo que se agota ante la industrialización y la violencia del capitalismo, donde las personas somos arrastradas a la condición de objetos  y nuestra libertad vive encerrada en una pantalla, en un espectáculo. De este modo el siguiente texto pretende contextualizar conceptos teóricos tomados de luchas de antaño, para revitalizarlos y construir una herramienta teórica que nos permita acceder desde una perspectiva autónoma a la crítica y a la propuesta.  Aclaramos que no somos marxistas, no somos anarquistas, utilizamos la teoría de Marx y las ideas anarquistas como herramientas de lucha que nos permiten comprender la sociedad, criticarla y transformarla en la acción y en la palabra. Somos parte de la lucha que emprendieron los primeros seres humanos que se rebelaron contra la explotación y la esclavitud, por lo tanto herederos históricos de sus luchas, nos hacemos cargo de sus  errores para transformar constantemente nuestra teoría-práctica, estamos  conscientes de su entrega,  aciertos y desaciertos, y nos hacemos  parte de ese camino que  aquellas mujeres y hombres tuvieron la valentía mostrarnos, somos sus continuadores, somos historia, somos presente y futuro, somos revolucionarios.

11 de Septiembre 2013

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[Panfleto] Evasión ! Evasión ! Evasión !

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Para una justificación de la evasión al transporte publico

«El papel de una publicación revolucionaria es no sólo darles la razón a los insurgentes, sino contribuir a darles sus razones, explicar teóricamente la verdad cuya búsqueda expresa esa acción práctica.» G. Debord 

La evasión del transporte público se ha vuelto una práctica cada vez más común entre los proletarios que se trasladan por la ciudad. Este hecho examinado en su raíz, revela como los usuarios-en su mayoría asalariados, estudiantes, desempleados u marginales-rechazan intuitivamente la lógica del modelo social que les han impuesto. Realizando -sépanlo o no-un sabotaje  a la reproducción de la economía y a la circulación del monótono andar de las mercancías humanas. Cada acto de evasión contiene un germen del antagonismo de clase, pues en él se ejerce una protesta espontanea contra la desposesión del tiempo, representado en el trabajo asalariado y las relaciones mercantiles.

Si entendemos que el trabajo es la piedra angular del sistema capitalista, modelo de producción que en su etapa actual, es la herencia de cientos de años de dominación y sustracción de energía ajena. Donde los explotados pasan la mayor parte de sus vidas realizando labores ajenas a sus intereses personales; desde que suena el despertador, subiendo al metro o al microbús, y llegando  a sus lugares de trabajo, los proletarios solo realizan los deberes impuestos por la rutina de la amarga realidad capitalista. Así las cosas, la evasión del pago en el transporte público representa una muestra clara de resistencia a la lógica que impone el mercado y el poder. La evasión, es la expropiación momentánea de un instante de nuestras vidas.

Desde la institucionalidad y los medios, este fenómeno puede ser edulcorado a gusto-según el matiz político-por las distintas formas de gestionar la infamia que los representantes de la miseria nos pueden ofrecer; desde apelar al mal funcionamiento del servicio y criticar a los empresarios, hasta enjuiciar a los proletarios por su deshonesto actuar y hacerlos culpables de la miseria en la que se encuentran. Como olvidar aquel afiche donde aparecía un trabajador con la cabeza en alto y la frase «Gano el sueldo mínimo, pero llego con la conciencia limpia a fin de mes», verdadera apología a la miseria proletaria. Pero esta rubrica, es mucho más que un llamado a la «honestidad» de la gente, la fusión intima entre Estado/Capital, es mucho mas explicita que eso.

Existen negocios definidos legal y reglamentariamente, donde al Estado le cabe financiar parte del funcionamiento de empresas privadas, y como parte esencial del negocio está el que tanto el sector privado como el estatal dediquen buena parte de sus guardias (fiscalizadores y policías) y actividad represiva (donde incluso participa una empresa privada de abogados: Alto S.A., que también presenta querellas en todos los hurtos en multitiendas y supermercados) a acosar a los proletarios para que paguen su tarifa, y así ha de funcionar exitosamente el sistema de transporte.

Este mecanismo que no es mas que la alianza defensiva y ofensiva pactada entre el poder de la economía y el del Estado, que les ha asegurado a ambos los mayores beneficios en todos los terrenos, cumpliendo una función general a favor de la valorización misma: poner en circulación la masa de mercancías humanas para que hagan lo suyo en el marco del sistema de compra-venta de fuerza de trabajo.

Para los explotados, que vivimos todos los días en esta rutina aparentemente eterna y pacífica, no nos faltará astucia al momento de sabotear sus métodos de control y disciplinamiento. Porque en cada resquicio, cada oportunidad, será un placer arrancarle un poco de nuestro tiempo a sus vampirescas formas de producción.

En tiempos donde se habla de la desaparición de los antagonismos pasados como forma de encubrir la reorganización activa del proletariado, nada mejor que una pizca de espontaneidad proletaria para demostrar que el movimiento  real por la comunidad se mantiene activo y en constante tensión contra el andamiaje capitalista. Y es que nuestra clase existe, aunque los modernos “revolucionarios” no lo quieren ver: expresándonos en momentos revolucionarios o en momentos de derrota como los actuales, dentro de nuestras posibilidades históricas actuales nos encontramos rechazando por la práctica lo que nos roba la vida y es allí donde también vamos tomando conciencia para cambiar las cosas.

Por la expansión del sabotaje, la solidaridad proletaria y la lucha entre clases.

¡¡¡ TRABAJADORES DEL MUNDO, DEJAD DE SERLO !!!

 

Walter Benjamin; y las Tesis de Filosofía de la Historia

Walter Benjamín (15 julio 1892-26 septiembre 1940) fue un escritor y filosofo nacido en Alemania y de orígenes judíos. Se le asocia con la escuela de Frankfurt por su pensamiento crítico y tendencia marxista. Sus principales influencias se pueden buscar entre el decadentismo de Baudellaire, el materialismo histórico de Marx, el misticismo judío de su amigo Gershom Scholem, la crítica de Bertolt Brescht, y la filosofía de Ernst Bloch.

De juventud anarquista, lo cual influye en su escritura y visión acerca de la revolución,  al mismo tiempo que mantuvo siempre un fuerte lazo por la cultura y tradición judía. Esto se traduce en el fuerte mesianismo contenido en su filosofía, así como una crítica recalcitrante del orden imperante influenciada principalmente por un profundo estudio de la obra de Marx.

Su principal obra Tesis sobre filosofía de la historia es un texto bastante críptico, pero con una potencia revolucionaria que pocos han previsto.  Aspectos como el advenimiento revolucionario del proletariado, la critica de la social democracia, la importancia de la memoria histórica en contraposición a la crítica de la historiografía, el análisis del peligro como momentos de excepción, la crítica radical del trabajo,  su anti progresismo, y por sobre todo su análisis del tiempo vacio y homogeneo, son algunas de las cualidades que hacen de Benjamin un escritor antagónico y radical, con una perspectiva revolucionaria  a favor de la destrucción del capitalismo.

El Automata Turco

Desde los comienzos del texto, sintetizado en mas menos 22 tesis, el autor comienza por hacer una relación bastante inusual que deja a cualquier ideólogo sin entender  nada, relacionando la teología con el materialismo histórico. Haciendo una analogía con el autómata turco, un muñeco ajedrecista invencible que parece moverse por sí solo, pero bajo el escritorio escondido por un sistema de espejos, donde se encuentra un enano jorobado que mueve los hilos del muñeco. El ajedrecista invencible vendría a ser el materialismo histórico, y el enano jorobado seria la teología, que oculta en los pliegues de la historia entrega ese excedente necesario, esa débil fuerza para hacer saltar la historia y transformarla.

El materialismo antropológico de la redención

Para Benjamin, la teología está representada en el mesianismo, que sería entendido como el advenimiento. Idea presente en toda la historia de la humanidad, y reflejada en las escrituras bíblicas, donde el ser humano fue despojado del paraíso (entiéndase como despojo de la comunidad humana o Gemeinwesen), arrojado a sufrir la espera de la llegada de la redención venidera, la angustiosa errancia por el tiempo lineal (tiempo vacio y homogéneo diría Benjamin) aguardando el retorno al paraíso, la reunificación de lo separado, el tiempo mesianico. Para Benjamin, fue Marx quien secularizo perfectamente la idea del tiempo mesiánico con el concepto de sociedad sin clases, modernizando este advenimiento formulándolo a través de la lucha de clases y la revolución social.

 En clave Benjaminiana este mesías no sería una persona sino que sería el proletariado constituido en clase que vendría a redimir, a interrumpir la historia, de todo un pasado de derrotas consumadas en él. Para nuestro autor, una débil fuerza mesiánica reside sobre los hijos vencidos de la historia. Esta débil fuerza responde a una tensión antropológica existente en la sociedad de clases, una carga traspasada de generación en generación que reside en la pulsión humana a la emancipación, a la unificación de la Gemeinwesen (comunidad humana), la invarianza histórica de los hombres y mujeres a la comunión una y mil veces interrumpida por la subsunción del poder unificado. Es así, que el pasado de los vencidos contiene un índice oculto que no deja de remitirlo a la redención (Erlösung), para ello es necesaria una rememoración (Eingedenken)  un reencuentro con el pasado de nuestros hermanos muertos, sus batallas, sus pasiones, y sus reflexiones, pues los muertos no estarán a salvo del enemigo si este vence, y este no ha cesado de vencer. (tesis VI)

Esta teologización de la lucha de clases, responde a la búsqueda no de una finalidad ineludible sino de una posibilidad cierta en el seno del proletariado y es lo que hace interesante su teoria, pues no desarrolla un sistema de ideas con una pretensión teleológica[1], sino que esboza un planteamiento teórico que ofrece una mirada diferente para asumir la lucha de clases.

La posibilidad de redimir a sus muertos solo será posible si este se apropia de sus momentos de peligro, astillas del tiempo que aparecen como refulgencia histórica donde el pasado se actualiza como una constelación de recuerdos (acciones, sonidos, amores, imágenes, que están presentes en nuestro inconsciente colectivo y ADN, que se activan en los momentos donde la situación social convulsa empuja a los proletarios a la acción) que se rememoran y se actualizan en la praxis revolucionaria. La conciencia de esta oportunidad revolucionaria, es la conciencia de hacer saltar el continuum de la historia, la cual es propia de las clases revolucionarias en el instante de su acción.(tesis XV) Esta perspectiva histórica, se desprende del tiempo lineal y homogéneo que se auto concluye en su avance irrefrenable al futuro, donde los hechos historiográficos transcurren como hitos que se explican bajo causalidades lógicas. Marx dice que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal vez se trata de algo por completo diferente. Tal vez las revoluciones son el manotazo hacia el freno de emergencia que da el género humano que viaja en ese tren.(tesis XVIIa) Esta cosmovisión de la historia y el tiempo, responde a una conciencia holística de los hechos, a una gnosis unitaria del pasado que se expresa solo en la autoactividad[2] como practica viva de los explotados, retomando el hilo de la invarianza comunista como movimiento real a contrapelo del orden imperante.

El peligro

Según el autor, el peligro se dirige tanto contra los revolucionarios como contra la permanencia de la posibilidad revolucionaria, en palabras del mismo Benjamin este peligro consiste en entregarse como instrumentos de la clase dominante. Este peligro podría definirse en dos aspectos, el peligro del instante revolucionario  y el peligro del conformismo.

Determinada con mayor precisión, la imagen del pasado que relampaguea en el ahora de su cognoscibilidad es una imagen del recuerdo. Se asemeja a las imágenes del propio pasado que se le aparecen al hombre en un instante de peligro. Son imágenes que vienen, como se sabe, de manera involuntaria. La historia es, entonces, en sentido estricto, una imagen surgida de la remembranza involuntaria; una imagen que se le enfoca súbitamente al sujeto de la historia en el instante de peligro. La capacidad del historiador depende de la agudeza de su conciencia para percibir la crisis en que el sujeto de la historia ha entrado en un dado momento. Este sujeto no es de ninguna manera un sujeto trascendental, sino la clase oprimida que lucha en su situación de mayor riesgo. En el instante histórico, el conocimiento histórico es para ella y únicamente para ella.[3]

Para Benjamin, la apropiación de los instantes de peligro, pasan por subvertir la conciencia del tiempo lineal y homogéneo de la normalidad capitalista, asumir en ese instante, la responsabilidad histórica con el pasado como un puente entre este y el presente, sabiendo que se hace historia, abriendo la posibilidad a un cambio revolucionario que está vigente en todos los proletarios del mundo como herederos de un pasado cargado de muerte y explotación. Esta apropiación, corresponde a la apropiación del tiempo del ahora, el cual es una forma de restituir el tiempo unitario pasado.

Si bien para muchos, poner en cuestión el tiempo en el cual coexistimos parece más una labor intelectual que una necesidad revolucionaria, no es menos cierto que el tiempo lineal que padecemos es bastante sustancial. Cualquiera que cuente los minutos para salir del trabajo, o que odie profundamente el despertador sabe de lo que estamos hablando. Por tanto la crítica radical del tiempo es parte crucial de las tareas teóricas por emprender. En este sentido, el tiempo ahora no lo entendemos como concepto alternativo al tiempo lineal capitalista, sabemos que su existencia será real sólo en tanto se haga estallar la concepción del tiempo homogéneo bajo un estado de excepción triunfante y duradero, que no es más que una verdadera revolución social.

En realidad, no hay un instante que no traiga consigo su oportunidad revolucionaria —sólo que ésta tiene que ser definida en su singularidad específica, esto es, como la oportunidad de una solución completamente nueva ante una tarea completamente nueva.

 Cualquiera que haya vivido una insurrección/revuelta o se haya informado suficiente de ellas, puede darse cuenta que cada escenario particular de insurrección/revueltas rememora un imaginario pasado, los parisenses saben mucho de ello-rememorando la Comuna o el mayo francés-, así como los mapuches en Chile-rememorando los casi 300 años de resistencia a la Colonia- ,los eslavos en Europa del Este- el mismo Bakunin avizoraba una revuelta importante en esos territorios, debido al potente imaginario guerrero y libertario de estos pueblos- o las rebeliones indígenas en Chiapas- reivindicando la otrora guerrilla de Emiliano Zapata-.

Recuperar las revoluciones frustradas, las osamentas del tiempo, como momentos de quiebre, de tensión, que nos permitan hacer un balance en términos de memoria histórica es una tarea urgente. Para ello, el autor nos hablará del estado de excepción, como la autonomía irreductible de la humanidad, el resto siempre existente que se niega a sucumbir en la guerra contra el capital, la negación proletaria que aun resiste  a subsumirse por completo. Promover el verdadero estado de excepción se nos presentará entonces como tarea nuestra. (Tesis VIII) Este estado de excepción representa todas las revueltas y astillas del tiempo en donde se ha fracturado la normalidad capitalista, experimentando el tiempo ahora por algunos momentos, ese destello que el proletariado jamás ha podido capturar y mantener, pero que permanece inmanente a su condición social. He ahí, el reconocimiento de la producción antagónica del proletariado que aun no sede a convertirse en bienes de cultura del capitalismo.

En este mismo sentido, Benjamin va a decir que esta producción antagónica del proletariado esta siempre bajo peligro, el peligro de convertirse en bienes de cultura del capitalismo. Pues el enemigo no ha cesado de vencer, y los muertos siguen corriendo el peligro de transformarse en estadística olvidada- en el mejor de los casos- y en el peor, recuperación historiográfica para la cultura dominante. Pues, la historia la escriben los vencedores. Y como cual botín de guerra los testimonios culturales del proletariado también son puestos a disposición de la instrumentalización dominante. No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie. Y así como éste no está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de la transmisión a través del cual los unos lo heredan de los otros. Por eso el materialista histórico se aparta de ella en la medida de lo posible.(tesis VII) Es por ello que una de las tareas de las minorías revolucionarias es realizar este balance a contrapelo de la historia, hurgando en sus pliegues, reconociendo sus momentos de verdad así como sus momentos de derrota.

Y siguiendo este balance sobre el peligro es que el autor toma la idea de conformismo, la cual surge como análisis histórico del peligro que acecha a la tradición revolucionaria, haciendo que en cada época los revolucionarios cedan ante el poder,  conformándose con gestionar el capital sin aplicar de raíz las medidas comunistas para  su abolición.

Aquí, la crítica de Benjamin se vuelve despiadada contra la socialdemocracia y el trabajo como expresiones de este conformismo en el aspecto político y económico respectivamente. No hay otra idea que haya corrompido mas a la clase trabajadora que la idea de que ella nada con la corriente (tesis XI) esta se refiere a que la aparición de la socialdemocracia ha inseminado una derrota futura en la clase proletaria haciéndole creer que el advenimiento comunista llegaría por su propio peso, que la clase proletaria debía contribuir con su trabajo al desarrollo económico e industrial para gestar las condiciones necesarias que hicieran posible el comunismo. Haciendo alusión a Marx advierte:

El programa de Gotha muestra ya señales de esta confusión. Define al trabajo como “la fuente de toda riqueza y de toda cultura”. Presintiendo algo malo, Marx respondió que el hombre que no posee otra propiedad aparte de su fuerza de trabajo “está forzado a ser esclavo de otros hombres, de aquellos que se han convertido… en propietarios”[4]

La confianza en el trabajo como motor de una revolución futura no podía llevar a nada beneficioso para el proletariado más que solventar aun mas las cadenas que nos mantienen esclavos al mundo de la mercancía. Benjamin prevé que la apología al trabajo realizada por la socialdemocracia introdujo una debilidad al movimiento obrero, reproduciendo de este modo la idea de que el trabajo produciría un desarrollo industrial tal que nos conduciría hacia el comunismo. Y es en esta idea donde Benjamin se detiene, pues le dedica varios capítulos a la idea de progreso, el cual es el leiv motiv del capitalismo como movimiento eyectado vorazmente al desarrollo infinito de la producción de valor.

La lucha de clases que tiene siempre ante los ojos el materialista histórico educado en Marx es la lucha por las cosas toscas y materiales, sin las cuales no hay cosas finas y espirituales. Estas últimas, sin embargo, están presentes en la lucha de clases de una manera diferente de la que tienen en la representación que hay de ellas como un botín que cae en manos del vencedor. (tesis IV)

La social democracia escindió esta lucha, haciendo suya la lucha por las cosas toscas y materiales y dejando las cosas finas y espirituales a la utopía, puesta en último lugar tras la marcha acelerada del tiempo vacio y homogéneo. Para Benjamin, este gesto responde al botín histórico que el capitalismo se lleva consigo, la necesidad urgente de la sociedad sin clases transformada en mero valor histórico de la era Moderna, un buen cuento que alguna vez creyeron los pobres del mundo que es anacrónico a estos tiempos de progreso.

 

El Progreso

Angelus Novus, Paul Klee

El capítulo más conocido de las tesis, comienza con la analogía del Ángelus Novus de Klee. En él, Benjamin describe al ángel de la historia desplegando sus alas, como queriendo escapar de una catástrofe que se avizora tras él. Esa catástrofe es el progreso.

En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas[5] (tesis IX)

La crítica del progreso como veíamos anteriormente, se contempla no solo como una mera acumulación de técnicas orientadas al desarrollo tecno-industrial, sino como una ideología implantada en el seno del movimiento capitalista eyectada al futuro, acumulando catástrofes ambientales, exterminios masivos de seres, y explotación humana. Sin chanches a la detención. De ahí el espanto del ángel de la historia. Esta visión progresista le imprime al tiempo un carácter lineal que es incuestionable en nuestra época, dicho carácter esta directamente determinado por la época de la valorización del valor[6]. La noción de una historia universal está atada a la del progreso y a la de la cultura capitalista. Para que todos los instantes en la historia de la humanidad puedan ser alineados en la cadena del progreso, tienen que ser puestos sobre el común denominador de la cultura, de la Ilustración, del Espíritu objetivo o como se lo quiera llamar.

La ideología del progreso residente en la socialdemocracia (también en ideologías marxistas y anarquistas), tomo sus fuerzas cortando el nervio que el movimiento proletario mantenía con su pasado, empujando a la clase a mirar al futuro y pensar en las «generaciones venideras liberadas» más que en sus «ancestros esclavizados» anclando su potencia revolucionaria a un futuro utópico lejano en el mundo de las idealidades. A saber:

En la idea de la sociedad sin clases, Marx secularizó la idea del tiempo mesiánico. Y es bueno que haya sido así. La desgracia empieza cuando la socialdemocracia eleva esta idea a «ideal». El ideal fue definido en la doctrina neokantiana como una «tarea infinita». Y esta doctrina fue la filosofía escolar del partido socialdemócrata —de Schmidt y Stadler a Natorp y Vorländer. Una vez definida la sociedad sin clases como tarea infinita, el tiempo vacío y homogéneo, se transformó, por decirlo así, en una antesala, en la cual se podía esperar con más o menos serenidad el advenimiento de la situación revolucionaria.[7] (Tesis XVIII)

El ideal infinito, la tarea utópica como finalidad del tiempo vacio y homogéneo condena al proletariado a la espera agónica, y más terrible aun, a confiar no en sus posibilidades, sino en que la liberación llegará por el desarrollo de fuerzas ajenas a él, la industria, la economía, o la sociedad humanizada en su conjunto en último caso.

Conclusiones

Por otro lado, su lucidez revolucionaria nos sorprende,- debido a su época principalmente-, donde nos entrega una perspectiva radical con respecto a temáticas centrales del capitalismo que son difíciles de hallar en su momento histórico, como la crítica de la fe en el trabajo, la socialdemocracia y el progreso. Aspectos trascendentales de la crítica radical actual. Pues, el capital es solo trabajo humano acumulado, antagonía pura entre capital y trabajo donde el proletariado se comprende como portador y heredero de la potencia comunista y anárquica. Dicha dicotomía nunca ha estado tan clara en la historia. Los revolucionarios como Marx, Bakunin y la primera internacional ya habían notado esta expresión clara de la modernidad, y en los tiempos de híper información y posmodernismo, no debemos permitir que este contenido que nos hermana con el pasado de luchas esclavas sea recuperado por el poder.

La obra de Benjamin nos entrega un enfoque disruptivo del concepto de historia, su potencia se conecta con la teoría comunista donde aparece el movimiento de la vida como  una actitud invariante en la historia, como la interrupción mil veces interrumpida del eterno presente capitalista, el del tiempo homogéneo, vacio y lineal, al que le brota el piso historiográfico imprimiendo sus valores, actitudes, y acciones, astillando la historia con estados de excepción que buscan suspender el tiempo y reparar el pasado. Esta invarianza, que corre el permanente peligro de ser recuperada como botín de guerra, debemos procurar perpetuarla como nuestra fuente de agitación y rebelión. Entender que las revoluciones no son hitos utópicos que llegaran tras la acumulación de fuerzas culturales, sino que son implosiones de fuerzas ya existentes en el proletariado,  que tienen que ver más con un azar propio de las circunstancias históricas, -procesos cíclicos inseparables de la dialéctica negativa entre el proletariado y el capital-  y que emergerán exista o no esa «acumulación de masas consientes» tan labrada por el leninismo, y que solo apunta a mantener ordenada la pasión comunista cuando esta se desate. La perspectiva de Benjamin dirige su mirada a suspender el tiempo ahora que se emana de los estados de excepción, fijar los objetivos tácticos en contener esos momentos de detención del tiempo espectacular. Aprender críticamente las experiencias revolucionarias de los consejos obreros en 1905 y 1917, de la autogestión generalizada de España en 1936, los comités por el mantenimiento de las ocupaciones en Paris de 1968, o de los cordones industriales en Chile entre 1970 y 1973.

[1] Rama de la metafísica que se refiere al estudio de los fines o propósitos de algún objeto o algún ser, o bien literalmente, a la doctrina filosófica de las causas finales. Usos más recientes lo definen simplemente como la atribución de una finalidad, u objetivo, a procesos concretos.

[2] La auto actividad del proletariado la entendemos como el proceso donde el proletariado organiza las tareas necesarias con respecto a sus medios de vida y a la liberación de las relaciones mercantiles que lo coaccionan. Tomando nota de la prima histórica formulada por la I Internacional de Trabajadores «La emancipación de los trabajadores será obra de ellos mismos o no será».

[3] Benjamin, Walter «Tesis sobre filosofia de la Hisotria» (Fragmentos sueltos) Bolivar, Echeverria

[4] Benjamin, Walter «Tesis sobre filosofia de la historia» Tesis XI

[5] Benjamin, Walter «Tesis sobre filosofia de la historia»  Tesis IX

[6] Cuando hablamos de la vlaorizacion del valor nos referimos a la inercia del movimiento capitalista que tiende irremediablemente a producir siempre un plus valor en todo lo que produce. Este proceso fue descubierto por Marx cuando realiza la critica de la economia politica en su obra El Capital.

[7] Benjamin, Walter «Tesis sobre filosofia de la Historia» (Tesis XVIII)

Castoriadis; Historia e Institución de la sociedad

«Si no hubiese azar, la historia seria magia.» Karl Marx 

Cornelius Castoriadis (1922-1997) fue un fecundo pensador y revolucionario nacido en Grecia, defensor y rescatista de los últimos reductos revolucionarios de la teoría marxiana de mediados de siglo XX, la cual a partir de la II Internacional y con mayor agudeza desde la revolución bolchevique fue sucesivamente dinamitada por los embates de la social democracia y el leninismo. Castoriadis fue fundador y participante activo de la revista Socialismo o Barbarie, en la cual se expresaban tendencias tales como el trotskismo, consejismo y una considerable gama de «marxismos críticos». Pone como eje central de su análisis la «autonomía», como algo deseable tanto para el individuo como para la sociedad, puesto que es darse a sí mismo reflexivamente sus propias leyes de existencia y de decidir su forma de ser, capaz de modificar leyes que determinan su propia existencia si es necesario.

También de manera lucida va a reflexionar en torno a la sociedad, orientando sus críticas hacia la heteronomía social (ausencia de autonomía de la voluntad, que se rige por un poder o una ley externos), indicando que las sociedades son autónomas pero tienden a justificarse en orígenes externos como los dioses, la naturaleza, los mitos, la tradición, las leyes y la objetividad. Sin embargo la sociedad oculta a sus miembros su carácter auto instituyente, aparece como algo dado y determinado, sin que estos puedan decidir ni cuestionarse unas normas que aparentemente no tienen su origen de ser en la sociedad. Para Castoriadis, no existe ningún tipo de trascendencia en lo social, es el propio ser humano el que instituye la sociedad por lo que él mismo puede activar un nuevo proceso instituyente.

Sintéticamente podríamos hablar de un anti trascendentalismo en lo filosófico, un antiesencialismo en lo ontológico, y un anti determinismo en lo teórico.

Segun Cornelius, esta sociedad y cualquiera, es una creación incesante y esencialmente indeterminada de figuras, formas e imágenes que se instituyen socialmente y se reproducen a sí mismas. Por lo tanto, las ideas que surjan de cada sociedad son producto del desarrollo histórico particular de cada una de estas, y en ningún caso estos comportamientos son extrapolables a un esencialismo humano que reporte algún tipo de conducta original. En este escenario, la posición central de las «relaciones de producción» en la vida social de esta sociedad es una fundación de la burguesía y un elemento de «su» institución histórica y social. Por ende no es posible hablar de un modelo de determinaciones valido para cualquier sociedad. Por lo que se vuelve infructífero hablar de un determinismo económico, y aun mas, no podemos hablar de sustancias separadas y fijas que actúen las unas sobre las otras en la historia, porque precisamente esta forma de proceder le corresponde a nuestra forma burguesa de ver la historia; la separación. Por tanto, hablar de economía, política, arte y cualquier esfera de la vida como forma separada de la vida social en general, es una representación de la institución social de ESTA sociedad y por lo tanto refleja el imaginario de quienes la crearon y de quienes la perpetuán. En este sentido la influencia de Castoriadis es irreprochable, puesto que coloca la critica a la heteronomía que gobierna nuestras sociedades como una crítica fundamental de la modernidad. Critica que autores como Guy Debord y Michael Foucault utilizan de base en su elaboración teórica.

Al final de su etapa en «Socialismo o Barbarie», decide abandonar su actividad militante para «repensar en profundidad el proyecto revolucionario».

Es ahí donde llega a una profunda critica al marxismo, tanto en su esencialismo (naturaleza humana inalterable) como en su determinismo teórico (economicismo) ya que para Castoriadis resulta inaceptable una doctrina que niega la posibilidad de pensar la historia como campo de creación. «Habiendo partido del marxismo revolucionario, hemos llegado al punto en el que había que elegir entre seguir siendo marxistas o seguir siendo revolucionarios; entre la fidelidad a una doctrina, que ya no anima desde hace mucho tiempo ni una reflexión ni una acción, y la fidelidad al proyecto de una transformación radical de la sociedad…» [1]

En este sentido cabe una crítica clara al marxismo como ideología que ha pretendido hegemonizar el espectro revolucionario con la idea de lo económico como motor de toda fuerza revolucionaria, haciendo creer a muchas generaciones de militantes que ha través del desarrollo de las fuerzas de producción se conseguiría el socialismo, lo que en todos los casos condujo a nada más que una recomposición aun más profunda del sistema, el surgimiento de la burocracia y la creación de un capitalismo de estado que cumplió el rol durante todo el siglo pasado y aun en nuestros días del «gran antagonista al capital», humo y mas humo que a todas luces solo puede encontrar afirmación en la realidad a través del espectáculo mismo que le otorga validez en tanto neutraliza las actitudes y movimientos reales de negación capitalista y superación de las condiciones históricas.

En este sentido, Castoriadis afirma que fue el determinismo económico lo que llevo a la teoría de Marx a una deriva totalitaria y con poca perspectiva revolucionaria, puesto que el materialismo histórico se ocupa de glorificar el desarrollo de las fuerzas de producción otorgándole a las superestructuras un papel pasivo que las transforma en meros apéndices de la estructura económica. Esta falta de altura filosófica, fue entre otras cosas, lo que condujo a todo una corriente a examinar mecánicamente la sociedad y a creer ciegamente en que la transformación de la sociedad se daría solo si se alcanzaba el aparato de Estado que es quien controla la economía, sin entender que las bases que constituyen al capitalismo son tanto materiales como espirituales. Las superestructuras no son inertes, son tan condicionantes como las bases materiales, por lo que se hace explicita la relación reciproca, la remisión circular ininterrumpida de los métodos de producción a la organización social y al contenido total de la cultura. Medios y fines deben ser coherentes con el proyecto revolucionario.

Pero retomando la cuestión de lo imaginario y su institución en la sociedad, Castoriadis va a decir que ya Marx había elucidado el tema de la institución social al plantear una paradoja de la que ni el mismo puede escapar. El «socio centrismo» concepto acuñado por Marx en el cual evidencia que toda expresión particular siempre será la expresión que refleje un momento histórico y social particular, y que cada época particular consigue evocar en las épocas que le preceden significaciones nuevas. Esta interpretación de la historia, nos lleva a entender la imposibilidad lógica de los determinismos, mas no nos impide poder medir ciertas causas que con el desarrollo de la técnica y el transcurso de la historia se nos es posible medir. Así y todo el desarrollo de los procesos históricos siempre va generando nuevas significaciones que van dando paso a creaciones sociales, estas son imposibles de medir pues representan el lado oscuro de la historia, todo aquello que nos es imposible prever. Y en este sentido encontramos las causas «no causales» como momentos esenciales del hecho social. Estas poseen dos niveles, «Imprevisibilidad de la acción» y «Comportamiento creador». Por tanto podemos evidenciar un encadenamiento causal múltiple, creador de significaciones que parecen dar la idea de un «espíritu trascendente» como si todas esas causales estuviesen ligadas de forma predeterminada. Lo que observamos según Castoriadis, no sería más que la incoherencia de las causales entre sí en conjugación con las significaciones dadas por los miembros de la sociedad, haciendo que estas encuentren una suerte de «lógica interna». Así podemos ver ejemplos como la creación de la maquina a vapor o el telar, centenares de burgueses orientados en la acumulación de capital, filósofos y físicos intentando analizar al mundo como una máquina, reyes intentando subordinar a los demás de forma cada vez mas catastrófica, todos hechos históricos aislados y otros no tanto que ahora tienen coherencia para nosotros, «el capitalismo», pero que en su momento fueron parte de las causales y no causales del devenir histórico, que produjeron un cumulo de significaciones imaginarias hasta dar con una especie de entidad histórica que es el capitalismo.

Por tanto y según Castoriadis «no puede haber teoría acabada de la historia, y la idea de una racionalidad total de la historia es absurda. Pero la historia y la sociedad tampoco son ir-racionales en un sentido positivo. […] lo no racional y lo racional están constantemente cruzados en la realidad histórica y social y este cruce es precisamente la condición de la acción»[2]

Llegamos al punto en que, si lo real histórico no es íntegramente racional, y tampoco un caos irracional, debemos movernos por las estrías de la historia, moviéndonos entre sus líneas de fuerza, entre la acción creadora y lo dado. Por tanto la discusión sobre la realización de un proyecto revolucionario debe ser desalojada del campo metafísico. Esto implica evitar consideraciones como «la revolución es inevitable» o «la revolución es imposible». Puesto que la discusión central y necesaria es la de gestar la POSIBILIDAD de transformar la sociedad en un sentido dado.

Si bien, cabe reconocer en su pensamiento el vislumbramiento de una posibilidad real de transformación radical a través de su análisis de la historia, también nos cabe su respectiva critica; cuando esboza ciertas líneas sobre su propuesta revolucionaria, se evidencia la tendencia del autor en pensar la Democracia como sistema organizativo aun presente en un futuro revolucionario , claro que bajo diversos adjetivos como «directa» o «real». Para nosotros la Democracia no guarda ningún significado que haya que prevalecer, de hecho es la ideología que SUSTENTA el orden espectacular en toda su cotidianidad, por tanto creemos que perpetuar su existencia solo conllevaría transportar un dique para el movimiento revolucionario, un peso que la haría tambalear o hundirse en cualquier momento, la única acción que nos respecta en cuanto a la Democracia es su subversión consciente y clara en la organización comunitaria no separada ni delegativa de la vida, donde la acción no sea puesta en duda según la cuantificación de sus miembros, sino por la cualidad del sentido de esta. Pero para nosotros las ideas son más efectivas que las idealidades, por tanto, creemos necesario expresar que gran parte de lo expuesto por Castoriadis es una herramienta interesante, un llamado a la reflexión acerca de la real posibilidad de instituir un cambio radical en la sociedad, incluso que contemple su destrucción, para así abrirse realmente al vislumbramiento de una comunidad real.


 

[1] Castoriadis, Cornelius «La Institución Imaginaria de la Sociedad» Pag.26

[2] Castoriadis, Cornelius «La Institución Imaginaria de la Sociedad» Pág. 127

Para una comunicación entre proletarios

Apuntes para una comunidad en lucha

Para nosotros comunicar tiene que ver con poder transmitir emociones, mensajes, y hechos que experimentamos diariamente y que son parte de nuestra vida cotidiana. Tiene que ver con nuestra capacidad de traducir la insatisfacción con esta vida aburrida y miserable. Con poder romper ese aislamiento que nos mantiene impotentes, y descubrir que nuestras realidades son parte de un mismo tejido, de una misma clase.  El cuestionamiento en torno a la comunicación es crucial para ejercer una práctica viva como comunidad. El individualismo ha impactado nuestras relaciones sociales al punto de que nuestra comunicación ha sido suplantada por los medios masivos de comunicación, los celulares touch y las redes sociales de internet.  Ante esto, debemos recalcar que existe un mundo tras ese espectáculo de superficialidad y plástico, que es todo aquello que tenemos en común en nuestras realidades y que la televisión nos esconde.  Partiendo de esta base, una comunicación que apunte a la comunización de la vida debe partir por establecer los puntos de lucha que los proletarios poseen en común.

Cada día que pasa bajo la tediosa rutina por sobrevivir en este mundo capitalista nos hace encontrarnos ante la urgencia de poder visibilizar nuestros conflictos comunes, y de poder aunarlos en un UNICO conflicto social ; vemos a la tierra y sus recursos naturales saqueada por un sistema económico que extrae recursos a un ritmo cada vez mayor, producto de un progreso tecnológico orientado al dominio y a la ganancia de los ricos que no parará hasta que las consecuencias para nuestro entorno sean desastrosas. Nuestra tiempo y energía arrebatados por el trabajo que nos chupa cual vampiro el tiempo que podríamos dedicar al regocijo de nuestros hijos, al desarrollo de relaciones humanas autenticas, o simplemente al disfrute de nuestra creatividad. La educación de nuestros hijos orientada a la adaptación de un sistema que los transformará en futuros esclavos de esta mundo según su capacidad de pago. Nuestra capacidad de sobrevivir dependiendo de la taza de cesantía de la economía de turno. Nuestras pensiones vergonzosamente arrebatadas por empresas multinacionales que ganan dinero a costa de nuestro tiempo y sacrificio. Nuestros alimentos manipulados con químicos que nos envenenan poco a poco. Nuestra salud despojada de nuestros cuidados comunitarios y solidarios en manos de quienes se enriquecen con nuestro sufrimiento. Nuestra situación es indigna. Nuestra vida no nos pertenece, nos la robaron.

Nos parece imperioso enfatizar en que estos conflictos no son aislados, todos poseen una raíz común; la existencia del Estado/Capital[1]. Su existencia precisamente, crea la ilusión de que cada uno de estos conflictos son problemas reformables, corregibles y aislados, haciendo que su propia existencia nunca sea cuestionable. Esta ilusión es reforzada por los medios masivos de comunicación  (tv, internet, radios, y periódicos pertenecientes a grandes grupos económicos) que copando todos los espacios y haciendo de la comunicación un gran y repetitivo monologo[2] nos hacen parte de una comunidad ilusoria que responde a los intereses económicos de siempre, mas no a nuestras necesidades de vivir una vida en calma a nuestro ritmo, por nuestras capacidades y en armonía con nuestro entorno.

Sin temor a equivocarnos podemos decir que todos nosotros compartimos la insatisfacción de no ser dueños de nuestro tiempo y energía, vender nuestra fuerza de trabajo a otros es la forma generalizada de sobrevivencia entre nosotros, todos vendemos nuestro tiempo para sobrevivir.  Todos somos proletari@s[3].  Estamos de una manera u otra inmersos en el mismo ciclo de trabajo-descanso,  sin parar de producir, viendo pasar nuestra vida sin poder hacer nada y tristemente en muchos casos, sin cuestionarnos nada.  Saciamos nuestra necesidad de vida, nuestro vacío existencial consumiendo mercancías desechables que nunca nos dejan a gusto por completo. Esperando cada viernes para poder distraernos y evadir la asfixiante realidad de saber que nuestra vida le pertenece al mercado, que sólo somos una estadística mas dentro de los fríos números de la economía.

Compartimos un territorio. Vivimos en un espacio común el cual compartimos diariamente, donde nos miramos, transitamos de la casa al trabajo y del trabajo a la casa la mayor parte del tiempo. Pero del cual no somos participes porque estamos en permanente estado de alerta ante el incesante discurso de peligro difundido por los noticieros. Terminamos por encerrarnos en nuestros hogares, temiendo al vecino y pidiendo mas policías en las calles.  El espacio de las calles dejo de ser un lugar de encuentro y comunicación, para  convertirse en un lugar de tránsito, de mera circulación. Si nos detenemos es porque hemos llegado a destino, estamos frente a una vitrina que resguarda las mercancías o ante la orden de un semáforo. Si fortuitamente irrumpe el diálogo, lo más probable es que sea en el lenguaje dominante: insultos entre automovilistas o la opinión no solicitada sobre alguna parte del cuerpo de un transeúnte, generalmente femenino. Vivir cerca de otros no forma comunidad, a menos que exista una relación directa que nos vincule. Tenemos contacto con nuestros vecinos diariamente, pero casi siempre es a través del mercado, intercambiamos saludos cuando vamos al boliche de toda la vida, pero solo en tanto que realizamos un intercambio monetario. La relación solo ocurre como una nota al pie del intercambio. Pero estamos conscientes de que nuestra necesidad de comunidad sigue allí, la soledad a la que el individualismo nos empuja es solo apaciguada por la capacidad del mercado de generar comunidades ficticias en cualquier cosa que sea un nicho de rentabilidad. Como el capital no puede crear comunidades reales, crea imaginarias.

Es por esta necesidad urgente de comunidad y de vida, que creemos necesario ejercer una crítica radical de los medios de comunicación masivos. Primero que todo porque consideramos que no existe una comunicación igualitaria entre medios de comunicación y espectadores, sino un incesante monologo, un discurso dominante  acerca de nuestra realidad que diluye nuestra experiencia mas próxima y que nos impone el rol de «espectadores pasivos» ante la infamia de vida que llevamos. Solo entre nosotros que vivimos la inclemencia de la vida proletaria somos capaces de comunicarnos de manera honesta, porque como dijimos, compartimos la misma realidad y nuestra comunicación será siempre el reflejo de una intención por hacernos protagonistas de nuestra vida, por formar una comunidad humana de seres empoderados y resueltos a dejar de lado una vida de servidumbre.

La comunicación que nos devuelve a ratos esta comunidad en lucha, la vemos expresada en diferentes dimensiones. Una olla común tiene como mensaje la solidaridad y el volver a sentirnos hermanados en un espacio común. Un boletín de circulación permanente es una muestra de comunicación entre proletarios, así como un corte de calle o una protesta es una expresión de rabia que expresa a los demás proletarios una forma violenta de sabotaje al orden dominante cortando la circulación de mercancías. Un huerto urbano es una demostración de que es posible recuperar nuestra autonomía, recuperando el conocimiento sobre los ciclos de la tierra y la vida. Un foro/debate es un espacio de comunión para resolver y tensionar con respecto a problemáticas de la lucha y el mundo que nos oprime. En definitiva, comunicación proletaria también son las acciones cotidianas que irrumpen en medio del desierto capitalista, alimentando las fuerzas de una comunidad en lucha que es parte de la clase proletaria y que necesita de un sustento practico y teórico.

Ante la miseria del trabajo, creemos que debemos  retomar nuestra vida con acciones que nos devuelvan nuestra comunidad despojada por el capitalismo. Es nuestra acción directa mas próxima para comenzar a recuperar nuestras vidas formando relaciones  en resistencia y lucha decidida contra el capitalismo. Constituirnos como comunidad en lucha es un paso necesario. Pero este proceso no es algo que surja solo de la voluntad de unos cuantos, debe ser fruto de relaciones forjadas en el seno de espacios comunes que como vecinos y pobladores seamos capaces de levantar, con una comunicación horizontal, honesta y a partir de la vida misma. Sin jefes, ni lideres, ni grupos vanguardistas que pretendan hegemonizar nuestra  actividad.

La verdadera comunidad humana solo surgirá del deseo de los proletarios por romper con esta realidad capitalista, pero esto solo será posible en tanto que seamos capaces de darnos a nosotros mismos la confianza de que podemos levantar una vida desde nuestras propias fuerzas. Re apropiarnos de nuestra vida significa también volver a creer en nosotros mismos y en nuestros vínculos, la soledad no es una alternativa. Por la comunización de la vida.


[1] Aludimos al Estado/Capital como un concepto igualado puesto que consideramos al Estado y al Capitalismo como formas opresoras que operan de manera conjunta y recíprocamente inseparables. Ambos necesariamente forman parte de un mismo núcleo de dominación de la vida que es imperante destruir en su conjunto.

[2] Entendemos al discurso del poder como una «monologo» haciendo nuestras las reflexiones de Guy Debord en «La sociedad del espectáculo», donde «El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden presente mantiene consigo mismo, su monólogo elogioso. Es el autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria de las condiciones de existencia»

[3] Entendemos por «Proletariado» aquella clase social que se encuentra desposeída de las herramientas para poder organizar su vida como mejor le parezca, puesto que carece de los medios de producción para poder vivir de forma autónoma.

Primero de Mayo, ¡Contra el trabajo asalariado !

El día del trabajador recuerda a los mártires de Chicago. Trabajadores que en 1886, durante la llamada revuelta de Haymarket,  fueron parte de la lucha por arrebatar unas horas de libertad al capitalismo, siendo vilmente asesinados por el Estado en la horca, el 11 de noviembre de 1887, por encarnar una  expresión clara del antagonismo de clase que se palpitaba en los tiempos de efervescencia en el transcurso de la llamada «cuestión social».

Al día de hoy, podemos ver al Estado/Capital y sus medios de producción cultural modificando y resignificando este acontecimiento a través de la historia como un día de «festejo», invirtiendo su significado y absorbiendo su potencial subversivo, para mantener la ilusión ideológica de que esta realidad la escogimos entre todos, como cual firma un contrato, repitiéndose incesantemente el mismo monologo normalizador de sumisión al trabajo.

Simultáneamente, en círculos mas «politizados», se habla de este día como un día de «reivindicación de la lucha laboral», legitimando la enajenación[1] de luchar fragmentadamente  por ajustes parciales del modelo capitalista, olvidando la critica unitaria y global del engranaje de dominio del Estado/Capital, que ya fue enunciada por los revolucionarios pasados a mediados del siglo XIX. Lo que propicia un reciclaje de la condición histórica «obrerista», visión nostálgica que promovió la exaltación del rol del trabajador en el engranaje capitalista. Abandonando la premisa de que , para superar al capitalismo, hay que suprimir las clases sociales y, por ende, el rol de trabajador y explotador.

Es por esto que quisiéramos hacer hincapié  en mantener viva la critica categórica del trabajo asalariado como piedra angular del sistema, puesto que es el reflejo evidente de la separación histórica que el capitalismo produjo en la comunidad, privando a sus miembros de darse a sí mismos las condiciones necesarias para vivir, transformando en mercancía[2] cualquier aspecto básico de la vida, como la tierra, la actividad humana, y el tiempo.

La crítica radical del trabajo pasa por entender que el proletario «es cualquier persona que no tiene ninguna posibilidad de modificar el espacio-tiempo social que la sociedad le obliga a consumir.» (IS, #8, 1963) Entendiendo esto, la crítica radical del trabajo debe suponer la supresión del rol proletario en miras de una emancipación social autentica, puesto que la transformación radical de la sociedad debe, necesariamente, pasar por suprimir la lógica de producción capitalista, donde observamos la dualidad trabajador/explotador, y, a su vez, subvertir las prácticas autoritarias e individualistas de la vida cotidiana, reemplazándolas por valores antagónicos que representen en la practica la superación y el vislumbramiento de la emancipación social.

De esta manera, entendemos  que la praxis del proletariado debe ser autónoma, ajena a vanguardias y dirigentes que busquen conducir la tensión política a esferas especializadas (burocracias sindicales, partidos políticos, asistencialismo estatal). Pues, un sujeto que establezca relaciones de dependencia, aunque las justifique por buscar de esa manera su liberación, deja de serlo para convertirse en objeto: pierde su autonomía y el impulso emancipatorio resulta frustrado. Es por esto que reivindicamos valores precisos que guardan relación directa con el potencial creador que tenemos como proletarios ante la moral burguesa, así es como la lucha contra el trabajo asalariado, es también la reivindicación teórico/práctica de la horizontalidad, la solidaridad y la autonomía en la comunidad.

Aún creemos que existe en este día un espacio de antagonía clara, un lugar  para la memoria de quienes fueron la expresión rotunda del proletariado buscando suprimir su propia condición. Un llamado a la subversión de la vida, a la protesta cotidiana por la recuperación de nuestro espacio y tiempo, la posibilidad cierta de reapropiarnos de nuestras condiciones de existencia.

Adolf Fischer, George Engel, Albert Parsons, y August Spies, la memoria de los explotadxs no olvida a sus caidxs. A 130 años de la revuelta de Haymarket, nada ha terminado, todo está por empezar. Trabajadores del mundo ¡dejad de serlo!

[1] La «enajenación» o «alienación» alude a la desconexión del ser con su entorno y consigo mismo, producida por una idea o estado que lo mantiene ajeno a su conciencia. Por ejemplo, el trabajo y los productos de nuestro trabajo nos dominan, en vez de lo contrario. En vez de ser un lugar en donde realicemos nuestro potencial, el lugar de trabajo es meramente un lugar al que nos vemos obligados a ir para obtener dinero para consumir las cosas que «necesitamos» en la vida moderna..

[2] Con «mercancía» nos referimos a cualquier objeto o bien producido en la sociedad capitalista dotado de valor de uso y valor de cambio. Marx la define como la «célula económica de la sociedad burguesa».

 

Carta abierta a los trabajadores en Chiloe

Hermanos y Hermanas:

Hemos podido ver cómo han salido a defender el mar y la tierra que los acompaña en su diario vivir, sabemos que ustedes tienen una conexión mucho más profunda con su ambiente que nosotros que vivimos en la urbe, y por eso miramos con admiración cómo han conseguido una organización total de sus comunidades, paralizando por completo la isla, plantando cara a las fuerzas represoras que pretenden volver a instaurar el orden del capitalismo.

Quisiéramos poder estar allá y acompañarlos en su lucha, en los cortes de ruta, en las ollas comunes, pero sabemos que el combate contra el capitalismo debe darse de manera global. Es por esto que quisiéramos contarles nuestra experiencia con respecto a nuestras luchas en la ciudad  y, al mismo tiempo, exponer nuestras ideas con respecto a su lucha. Porque sabemos que en cada movimiento que se rebela contra el poder, está el germen de una lucha mundial por recuperar una comunidad auténtica fuera de la competencia y la valorización mercantil.

Nuestra experiencia nos empuja primero que todo a comunicar, porque creemos que si de algo han adolecido nuestras revueltas y movimientos pasados ha sido de comunicación, de conseguir instaurar una línea comunicativa  entre proletarixs que sea capaz de relacionarse estratégicamente, para así de una vez por todas librarnos del yugo capitalista y burgués. Sabemos que nosotros, los proletarios del mundo, podemos levantar un mundo nuevo, lejos de la arrogancia de políticos profesionales y autoridades que solo administran el poder que les damos para vivir sus lujosas vidas. Por eso, consideramos vital compañeros y compañeras, que no le den espacio a los políticos profesionales dentro de sus comunidades, mantengan la horizontalidad y la auto organización como pilar y principio fundamental de su movimiento, esa siempre será una ventaja ante el poder, que los quiere sumisos y jerárquicamente ordenados para así cooptar su movimiento. Quizá la única premisa que podríamos entregarles es la de tener siempre en el centro de sus actividades la tarea de RETOMAR EL CONTROL DE NUESTRAS VIDAS. De lo contrario, la dispersión, la negociación mediada por burocracias, la canalización política del rechazo general al capitalismo, será la forma que encontrará el Estado para frenar las rupturas reales del conflicto.

Por otra parte, quisiéramos ser sinceros, sabemos que muchos de ustedes quisieran volver a la «normalidad» capitalista en unos días, quizá semanas… pero a la vez sabemos que un conflicto social expresado en demandas, evidencia también un cúmulo de contradicciones que se encontraban contenidas en el funcionamiento normal del sistema, por eso quisiéramos recalcar que estas circunstancias terribles que les ha tocado vivir, no son meras casualidades o irresponsabilidades del capitalismo, son la consecuencia lógica de un sistema voraz que precisa de la devastación para su existencia, la cual no se podrá contener ni reformar con políticas ambientales, puesto que yace en su raíz la dinámica de valorización, que convierte todo lo vivo en mercancía , inherente al capitalismo y a su clase despótica, la burguesía. Vivimos este proceso en carne propia en las revueltas estudiantiles del año 2001,2006 y 2011,  en las revueltas ambientales por Hidroaysen, o en cualquier otra instancia en donde se haya respondido ante la proliferación de la catástrofe del sistema, por lo que sabemos que este es solo otro capítulo de la explotación capitalista y que las reformas políticas son mero maquillaje.

Es fundamental que nosotros, los proletarios del mundo, nos unamos no bajo siglas, ni dirigentes, sino bajo principio éticos de acción que ustedes han sabido demostrar en la acción: solidaridad, auto organización, acción directa y horizontalidad. No necesitamos partidos políticos, ni ideologías salvadoras que nos digan qué hacer, no tenemos recetas mágicas. Es urgente reivindicar la consigna de nuestros hermanxs proletarios en argentina, y decir «¡Qué se vayan todxs!», y es aún más urgente destruir las condiciones de las que provienen para que no vuelvan más. Así mismo, es indispensable reapropiarnos del programa revolucionario de nuestra clase, nuestras formas históricas e inmediatas de lucha. Programa que es una práctica histórica de clase y no una plataforma acordada entre cuatro paredes. Las posiciones revolucionarias del proletariado –el internacionalismo, la crítica del Estado y el Capital, el trabajo, el dinero, etc. – son claves en la extensión de la revuelta y el potenciamiento de las rupturas con el orden dominante. Es así que como clase vamos entrando con más fuerza en el terreno del antagonismo radical, como vamos clarificando los objetivos de nuestras acciones y podremos dar un salto cualitativo en nuestras vidas.

Para terminar, es importante saber ante qué estamos dando la batalla, y sobre todo el para qué, puesto que el capitalismo tiene muchas formas de camuflaje, ante esto, solo cabe recordarnos que la emancipación real de los trabajadores será obra de ellos mismos o no será. La necesidad de una vida emancipada de todo lo que nos oprime y destruye, está sujeta sólo a nuestras posibilidades autónomas de clase.

Hermanos; que su potencia negadora sea la yesca que prenda la hoguera de los proletarios en todo el territorio, que la lucha contra el Estado y el Capital se expanda como la peste. Nada ha terminado, todo está por empezar.

¡Vivan los proletarixs insumisxs de Chiloé! ¡Que en todas partes se alcen las comunidades en guerra contra el Estado y el Capital!.

Algunxs proletarixs por la comunización.