Este panfleto fue difundido en forma de octavilla en la marcha del 8M recién pasado, alentamos la reflexión y agitación proletaria en torno a nuestra condición de explotados desde cualquier trinchera de lucha, destruyendo cualquier tipo de identitarismo e ideología y siempre en búsqueda de una real unificación negadora de las relaciones de producción existentes. Por la anarquía y el comunismo.

“El hecho de entender la violencia contra las mujeres como
parte del dominio masculino y no como una excepción, ha
llevado a la conclusión que la lucha de las mujeres contra
la violencia sexista a nivel individual no se puede separar
de la lucha contra cualquier otra violencia del Sistema”
Rote Zora
El movimiento feminista debe apostar por abolir la condición de explotación y esclavitud que produce y re-produce el estado y el capital, pues no se puede poner fin a la opresión de la mujer, ni de nadie, bajo este sistema reproductor de mercancías que profundiza el orden patriarcal y que nos precariza cada vez más. Por ende, no se puede separar la lucha antipatriarcal de la lucha anticapitalista, porque la lucha es por negar lo que somos forzados a ser y hacer.
Anhelamos forjar hermandades solidarias que destruyan la contradicción entre lo público y lo privado, pues consideramos que esta conceptualización perpetúa la separación de la vida y ubica al grupo social “mujeres” en roles depreciados por la naturalizada valorización de la vida. Comprendiendo que, en la actualidad, el progresismo nos ofrece acceder a estos roles y a una distribución equitativa del poder, llamamos a la negación, ningún movimiento que busque la emancipación humana puede subsistir bajo esta realidad: nuestra vida sometida al tiempo y la lógica de producción, en función de nuestro sexo en beneficio del Estado/Capital.
Pedirle al estado que resuelva la violencia patriarcal, es estar boicoteando nuestra propia capacidad de superar este orden. En lugar de esto, invitamos a combatir y construir en el cotidiano- lugar donde se sortean los elementos necesarios e indispensables para recuperar y sustentar nuestra vida y lazos- los medios materiales para superar la dicotomía de lo público y lo privado y así atacar la totalidad del problema: la proletarización de nuestras vidas.
Apuntamos a la apropiación privada de la tierra que arroja a las comunidades a la esperanza del progreso y el trabajo, porque este robo inicial y permanente nos divide como especie entre quienes cuidamos y quienes producen en primera instancia y que, con el avance del capital, ha llegado a mercantilizar cada aspecto de nuestras vidas. Nos referimos al despojo que vivieron las brujas, las indígenas de hace quinientos
años y que vivirá cada comunidad humana que pretenda convivir con el capitalismo.
Nos negamos a este orden impuesto que nos condena a aceptar la explotación, la
dominación y la mercancía como parte inherente de la existencia. Por la liberación y acceso a la tierra que nos permitirá sustentar nuestra vida de forma autónoma y comunitaria.
HASTA LA RECUPERACIÓN DE NUESTRAS VIDAS
Por un feminismo anticapitalista y revolucionario.



La evasión del transporte público se ha vuelto una práctica cada vez más común entre los proletarios que se trasladan por la ciudad. Este hecho examinado en su raíz, revela como los usuarios-en su mayoría asalariados, estudiantes, desempleados u marginales-rechazan intuitivamente la lógica del modelo social que les han impuesto. Realizando -sépanlo o no-un sabotaje a la reproducción de la economía y a la circulación del monótono andar de las mercancías humanas. Cada acto de evasión contiene un germen del antagonismo de clase, pues en él se ejerce una protesta espontanea contra la desposesión del tiempo, representado en el trabajo asalariado y las relaciones mercantiles.