Para nosotros la teoría es un momento de la practica. Pensar también es actuar, pues no hay ninguna actividad que carezca de una de estas dos dimensiones. Al definir el término «teoría», la abordamos subentendiéndola como una necesidad practica y no como un ejercicio intelectual o académico. Así mismo no buscamos esbozar verdades ni sistemas de ideas, todo lo escrito aquí está pensado como un esbozo tentativo de la realidad, presto a la crítica, corrección y aportación de quien lo estime conveniente.
La teoría revolucionaria del proletariado, la entendemos como un borrador histórico para la emancipación del género humano, como un arsenal que se nutre de la historia revolucionaria para afilar su práctica,(no como conservadurismo histórico, sino como análisis critico de lo sucedido) por lo cual siempre queda inconclusa, en formato de boceto, presta al continuo análisis, aporte y critica de la comunidad en lucha, pues toda teoría revolucionaria es enemiga de toda ideología revolucionaria y sabe que lo es.
La crítica del Estado/Capital como relación de subordinación al movimiento mercantil conlleva un esfuerzo tanto mental como físico (el sin fin de ideologías particulares que mantienen ocupados a los proletarios del mundo los aleja de la critica a la ideología por excelencia, el dinero). El esfuerzo teórico de las minorías revolucionarias pone en circulación la crítica mordaz de la alienación capitalista, generando las categorías necesarias para socavar el espíritu capitalista y su aparataje ideológico.
“Hay que interpretar la célebre máxima: ‘sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria’, del modo más amplio posible, y darle su verdadero significado. Lo que distingue al movimiento proletario de todos los movimientos políticos anteriores, por importantes que éstos hayan sido, es que es el primero claramente consciente de sus objetivos y de sus medios. En ese sentido, no sólo es para él la elaboración teórica uno de los aspectos de la actividad revolucionaria: es inseparable de esa actividad. La elaboración teórica ni precede ni sigue a la acción revolucionaria práctica: las dos son simultáneas, y se condicionan mutuamente (…). La teoría revolucionaria sólo puede conservar su validez si se desarrolla constantemente, si se enriquece incorporándose todas las conquistas del pensamiento científico y del pensamiento humano en general, y en particular sabe asimilar la experiencia del movimiento revolucionario, si se somete, cuantas veces sea necesario, a todas las modificaciones y revoluciones internas que la realidad le imponga. La máxima clásica sólo tiene por lo tanto sentido si se interpreta así: ‘sin desarrollo de la teoría revolucionaria, no hay desarrollo de la acción revolucionaria’” (Presentación de la revista Socialisme ou Barbarie, 1949).